La negligencia recurrente en el acto de instalación humana en diversos puntos del territorio, obliga a reiterar la necesidad de cautelar la sustentabilidad ambiental de la obra arquitectónica urbana. La Quebrada de San Ramón presenta condiciones de inestabilidad en su sección andina, las que se evidencian tanto por aspectos prehistóricos como históricos, así como por el estado de sus componentes físicas, lo cual configura un escenario de riesgo potencial de aluviones. Dicha situación es un antecedente insoslayable frente a proyectos de densificación del poblamiento en el sector inmediato aguas abajo del punto en que ésta quebrada abandona el marco andino. En el caso de los campos de dunas activas en el litoral chileno, algunos de gran valor científico, diversos emprendimientos "urbanísticos" están ejerciendo fuertes presiones y usos que rayan en la irracionalidad y generan en el corto y mediano plazo riego para la población y fuertes impactos socioeconómicos. Finalmente, constatamos en Temuco, a menos de un metro por sobre el nivel medio de las aguas del río Cautín, población de viviendas económicas. Se observa problemas por sedimento suelto no consolidado, riesgo de inundaciones y erosión (pérdida de "suelos de fundación" y falla de las bases y la estructura), alta humedad del suelo por napa friática a pocos centímetros de la superficie (revenimiento de pisos y paredes, problemas de salud, deterioro de muebles, etc.). Corresponde preguntarse en qué aspectos estas vecindades y sus viviendas son consecuentes con los logros contemporáneos para ofrecer marcos de vida satisfactorios.