Introducción

 

La Biología Social como planteamiento surge en una cierta marginalidad respecto de la rica discusión que se viene dando hace tiempo en las Ciencias Sociales. Y lo es no por oposición a ninguna de ellas,  sino del propio desarrollo ensimismado de las investigaciones de Humberto Maturana, y de las reflexiones allí surgidas colaborativamente. Es así, que la Biología Social es una derivación de los entendimientos dados en un largo período de tiempo.

 

Surgida desde preguntas netamente biológicas sobre la organización de los seres vivos, se desplaza luego a la historicidad de estos seres y de cómo devienen en seres vivos del acoplarse con otros. Así la convivencia de seres vivos pasa a constituirse en un fenómeno emergente dentro de la fenomenología de lo vivo, más específicamente de tercer orden en el nivel de organismos metacelulares. Toda esta comprensión a su vez nos hace evidente, que es desde nuestra condición histórica actual, es decir, de animales que hemos devenido en Homo Sapiens Explicadores desde dónde podemos dar cuenta del proceso reconstitutivo histórico, hasta llegar a la autoreferencia explicativa con nosotros mismos. Por cierto, que esto se funda en el operar nosotros como seres lenguajeantes, que a su vez ahora requiere de ampliar nuestro ámbito de distinciones, emergiendo nosotros como Observadores de nuestro observar como Observadores.

 

Y a la vez, es una mirada Sistémica pues concibe desde el operar local individual de observador biológico, cómo se genera y se participa en los flujos conversacionales que redundan en sistemas convivenciales.

 

Desarrollo

 

Llamo Biología Social a una "Mirada Sistémica Comprensiva Biológica del Vivir y Convivir Humano". Por tanto, se centra en primer lugar en dar cuenta explicativamente de dos fenómenos que considero son fundamentales y constitutivos de toda fenomenología que busque explicar a los seres vivos y luego de cómo estos conviven y terminan generando la fenomenología social. Es por lo mismo que tal planteamiento busca a partir de una mirada comprensiva sistémica desde el presente histórico en que nos encontramos, comprendiendo las dimensiones del vivir y del convivir, que en la historia del pensar filosófico y científico se ha tratado por separado.

 

De tal suerte que la Biología Social busca la comprensión de ambos fenómenos, pues concibo a partir de tal comprensión que ambas dimensiones se articulan en la constitución del fenómeno social, siendo ambos una dinámica histórica en la cual el vivir es revelado desde el fenómeno evolutivo del convivir. Siendo de importancia darlo a conocer desde una continuidad explicativa, que me permite explicitar la secuencialidad de ambos fenómenos en la historicidad de procesos evolutivos, viendo el carácter generativo de estos. En consecuencia me lleva a sostener:

 

1) El fenómeno de estar vivo es básico y primario, pues tiene que ver con la conservación del proceso que hace posible que un ser vivo se conserve vivo. Para dar cuenta de tal proceso es que tomo la noción de Autopoiesis propuesta por Humberto Maturana. Así la noción de Autopoiesis permite explicar el proceso de conservación de un ser vivo.  Concretamente se propone que los seres vivos mantienen invariante la organización autopoiética, de cuyos procesos concatenados  (relaciones de componentes que constituyen la unidad de una célula) le dan la característica de ente discreto y particular. Y a la vez de cómo esta unidad se encuentra también simultáneamente conservando invariante la Adaptación a un entorno que lo contiene como medio donde existe. Así todo ser vivo se conserva vivo mientras conserva inalterable su organización autopoiética y su adaptación. La perdida de ambas lleva a la muerte.

 

Así entonces se tiene reformulado explicativamente el fenómeno de cómo todo ser vivo se encuentra vivo. Lo que a su vez permite tener comprensión del fenómeno básico y primario del estar vivo.

 

2) Luego, para nuestra historia del vivir humano por cierto no somos solamente seres    vivos,  sino también somos seres del pensar. Tanto es así, que precisamente desde esta condición de ser Homo Sapiens Sapiens es que estamos develando de cómo nos conservamos vivos, es decir, podemos explicar y comprender el "estar vivos". Todo lo cual nos evidencia esta condición de seres explicativos. Y de cuya consecuencia podemos hacer lo que estamos haciendo en el explicarnos como fenómeno no sólo biológico sino en el reflexionar nuestro vivir. 

 

Admitiendo esta segunda condición es que me pregunto ¿Cómo es que devenimos históricamente en seres primeramente que viven y luego que llegan a conocer desde una condición de convivir?

 

Esta pregunta me condujo a un proceso largo reflexivo epistemológico biológico, que me llevó centrarme en el fenómeno social de convivencia. Para ello me concentré primeramente en entender la biología neta que proponía Maturana y en la cual me formé por años junto a él. Formación que me permitió comprender profundamente la aportación de Maturana en el propio campo de la biología, dándole a esta un status teórico que antes no exhibía la propia Ciencia biológica. Es precisamente respecto a la fenomenología de los seres vivos a través de la noción de autopoiesis, que se logra un entendimiento de la organización de lo vivo, y consecuentemente poder revelar de manera simple el devenir histórico de los seres vivos en interacción constante con sus medios y nichos. Es a partir de tal comprensión, que me lleva a introducirme en la comprensión e investigar en una clase de fenomenología que surge desde la historicidad de seres vivos que entran en interacción conductual no incidental sino como un modo de vida conservado. De esta manera postulo lo siguiente:

 

3) Esta clase de fenomenología tiene que ver con el acoplamiento conductual de seres vivos. Pero no solamente como fenómeno fisiológico de naturaleza mecanicista, sino en el gusto y deleite de estar en convivencia, es decir, alude a la historicidad de seres vivos que les agrada estar en convivencia (el término refiere a como se une, un vivir con otro vivir). Para introducirme en la comprensión de esta fenomenología de acoplamientos, es que me dediqué a comprender la convivencia social como fenómeno biológico.

 

Todo lo cual me posibilitó acotar ámbitos explicativos, así al primer dominio de existencia de los seres vivos lo denomino "Biología", y luego a la segunda condición de existencia que alude a la historia de acoplamientos de seres vivos, llamo "Social". En consecuencia, "Biología Social" es la mirada sistémica comprensiva de ambos, admitiendo la secuencialidad histórica y a la vez la simultaneidad lograda hasta el presente.

 

Sin embargo, el reto explicativo de la biología social consiste en partir desde el presente en que nos encontramos como seres humanos, es decir, considerando esta habilidad explicativa, lo cual me lleva a mirar al lenguaje como mecanismo primordial que nos permite explicar tanto el estar vivo como el transcurrir del universo. Esto quiere decir, que hemos llegado a ser expertos explicadores. Somos, desde la zoología, "Animales Explicadores", puesto que para  nuestro vivir humano es relevante darnos explicaciones. ¿Y qué explicamos?.  Simplemente lo que nos pasa.  ¿Y dónde nos pasa?. Simplemente en nuestro vivir. ¿Cuál vivir? Simplemente el que cada cual vive. 

 

En consecuencia, desde la Biología Social evidencio que la condición de "estar vivo" es siempre transversal a todo lo que realizamos, de suerte que el fenómeno de convivir alude primariamente a cómo un vivir se enlaza históricamente con otro vivir. Es decir, el fenómeno social implica la conservación de estar vivo, por ende todo sistema social de convivencia tiene que respetar la condición invariante que los seres vivos que lo generan se conserven vivos. Por extensión todo sistema social es una distinción que realizamos de las interacciones conductuales que tienen los integrantes en tanto se conservan en su vivir.

 

Si vemos en el presente que vivimos en su cotidianidad, nos percatamos que todo lo que hacemos lo hacemos con otros, por tanto, tomo esta hebra de aconteceres para ponerlo como consecuencia de la condición primordial de estar con otros en convivencia. Es a partir del fenómeno convivencial neto que llamo social que surge el lenguaje, de tal manera que el lenguaje a mi parecer no genera lo social, sino al revés es lo social que genera el lenguaje humano. En consecuencia concibo lo social como fenómeno pre-lingüístico, y en tanto así, fundante de la condición humana. Es el eslabón perdido conductual de la evolución humana. 

 

El lenguaje no es simplemente un atributo de nuestro vivir humano,  sino es específicamente "el modo de vivir" que nos caracteriza como humanos, en tal condición que nos permite tener una existencia abstracta respecto de las dimensiones biológicas, que aún cuando siguen participando quedan ocultas. He aquí el punto cardinal de nuestra comprensión, pues de no profundizar en ello podemos caer en los dualismos clásicos que se han cultivado en nuestra tradición explicativa. Y es desde esta concepción integral del operar tanto desde la fisiología al psiquismo relacional, que sostengo una mirada sistémica del vivir nuestro humano, sin necesidad de dualismos explicativos.

 

Es precisamente en esta condición lenguajeante que surgimos como Observadores abstractos en el transcurrir experiencial del propio vivir. Así estamos encarnados en nuestra localidad, tanto material como del operar situado en el Observar. Es desde esta perspectiva que la Biología Social sustenta una mirada Sistémica Comprensiva del vivir; esto quiere decir que somos nosotros primariamente un Sistema Viviente de autoreferencia Explicativa (en el nivel de Auto-observadores) en el fluir del lenguaje. Es a partir de ello, que se configuran o construyen los mundos perceptuales, que en general adquieren status explicativos válidos para una comunidad de observadores estándares con los cuáles hay algún grado de convivencia.

 

Esto quiere decir que el operar como Observador local o situado desde la particularidad del vivir, tiene siempre como trasfondo una trama convivencial, que llamo Modo de Convivencia. Así entonces, distingo varios modos de convivencia, que operan como conservaciones históricas en el transcurrir del convivir humano. La más primaria es la Convivencia Social, fundante a su vez de otros Modos de convivencia conservados, tales como Político- Legal, Teológico, Comercial o Económico. Todos ellos son generados y conservados por flujos de conversaciones, que a su vez son orientados por emociones y dominios de acciones específicos. Así la Sociedad es el resultado del entramado de los distintos modos convivenciales, los cuáles son continuamente generados conductualmente por los individuos que participan en tales flujos conversacionales y de convivencia.

 

Según lo planteado, no participo de modelos de formalización sobre los sistemas sociales, pues deseo entender con precisión las distinciones lingüísticas con las cuáles generamos dominios explicativos. Todo lo cual me lleva a precaverme de extraviarme en expandir estos dominios olvidando la condición local o situada del operar como observador biológico material. Es por ello que no me seduce las explicaciones que ven a los sistemas sociales como procesos abstractos sin conexión con las dimensiones del vivir y convivir de las personas en el fluir de sus vivires particulares.

 

Es por lo anterior, que al sostener los modos Conservados de convivencia me permite atender a las coherencias conductuales que todo sistema convivencial requiere tanto en su generación como en su estabilidad o conservación. Y consecuentemente, poder distinguir esta dinámica experiencial en la que nos encontramos en el fluir sensorial, de los dominios explicativos que generamos al abstraer tales dinámicas, que como distinciones lingüísticas generan modelos explicativos. Es a partir de estas distinciones que podemos conectar dominios explicativos variados construyendo nuevos dominios. Y lo podemos hacer gracias a la recursividad de cómo operamos en el lenguaje. El asunto es cómo acoplamos tal recursividad con las coherencias del fluir experiencial que traemos a la mano como observador hábil.

 

Somos cada uno de nosotros como Observador el centro del operar, de modo que todo sistema que connotemos como social no requiere en la inmediatez del vivir el disponer de una formalización de él, sino es básico poder abstraer la dinámica convivencial según el criterio que uno correlacione en el observar. Así, en mi caso propongo el criterio de los distintos modos de  Convivencia, ya sea indistintamente que uno tenga presencia para otros, sea instrumentalizado, sea un recurso monetario, sea un creyente. En otras palabras, concibo sistemas convivenciales en la inmediatez del estar inmerso en tales flujos de conversaciones. Y los distingo de los Sistemas cuyos criterios de distinción son formales, como lo son los sistemas sociales constituidos por procesos de control, autoregulación, o con entornos.

 

Propongo con la Biología Social la presencia ineludible del Observador individual en la materialidad de cada vivir, participando en interacciones convivenciales. De este modo, que toda proyección explicativa, en especial cuando se desea reformular explicativamente ámbitos de existencia donde se participa, tendría que procurar ver las coherencias del observador y el vivir, más que las coherencias entre explicaciones o entre modelos, extraviándose las dimensiones del vivir, que es de donde se dan las praxis experienciales, las cuáles constituyen los elementos con que se construye a posteriori toda explicación. Por lo demás, esta condición es igualitaria para todos los Observadores que operamos en el lenguaje, incluso para quiénes nos preocupamos en generar dominios explicativos. No podemos obviar tal condición, pues si bien somos generadores de distinciones, estas se correlacionan con las praxis del vivir. Siempre todo es dicho en calidad de un Observador lingüístico que vive, a otro en igual condición.

 

Conclusión

 

Todo lo sostenido lleva a que tal comprensión no queda confinada en un marco teórico sino que se conecta con praxis cotidianas, es decir, el sentirse un ser humano viviente inmerso en convivencia con otros, lo cual nos hace responsables tanto de nuestro particular vivir como también con el de los demás. Es en tanto uno se mueve con este comprender, que el conocer se transforma en un modo de vivir, constituyendo uno mismo un sistema coherente en donde se siente, reflexiona y actúa sin disociación. En consecuencia, surge la autoconciencia y la dimensión ética, en tanto podemos darnos cuenta que no vivimos en el vacío pues nos encontramos con otros, y que nuestras acciones afectan a los demás.  

 

Solo de esta manera revalidamos el ser homo sapiens sapiens, es decir, hombres que piensan el pensar, que en otras palabras equivale a decir reflexionan, concretamente en "Saber lo que uno hace, o saber cómo se vive y se convive". Para hacerlo no requerimos de ninguna justificación dogmática, ni principios metafísicos sino tan solo comprender que vivimos nuestro vivir con otros vivires, y luego decidir si es relevante moverse coherentemente con tal comprensión.

 

Finalmente decir que la Biología Social es una Ciencia del vivir y del convivir; no requiere de artificios ni modelos;  la materia prima son las propias experiencias que tenemos en el vivir.

 

Referencias

 

Gutiérrez, H. (2009). Biología Social. Santiago de Chile: Forja.