Passos, José Luiz. O sonámbulo amador‭. ‬Río de Janeiro: Alfaguara, 2012. 271 pp.

 

No obstante su reciente carrera artística, el escritor brasileño José Luiz Passos ya lista entre sus distinciones el premio Portugal Telecom 2013 de literatura en las categorías “Novela” y “Gran premio”, esta última disputada con los vencedores en “Poesía” y “Cuento/Crónica”. Junto con el Jabuti y el São Paulo, el Portugal Telecom es el mayor reconocimiento al que un escritor brasileño puede aspirar con obras nuevas, habiendo galardonado en once años de existencia a Bernardo Carvalho por Nove noites (2002), Silviano Santiago por O falso mentiroso (2004), Milton Hatoum por Cinzas do norte‭ ‬(2005), João Gilberto Noll por Acenos e afagos (2008), Chico Buarque por Leite derramado‭ ‬(2009) y Marina Colasanti por Minha guerra alheia (2010), entre otros. El nombre de Passos fue añadido a este canon contemporáneo de la literatura brasileña con O sonâmbulo amador,‭ ‬novela que se inscribe en una de las tradiciones más finas de la prosa en portugués al tener entre sus fuentes muchas de las obsesiones del mayor novelista en esa lengua, el carioca Joaquim Maria Machado de Assis. Passos no niega esta filiación pues, además de escribir ficción, es profesor de literatura brasileña en la Universidad de California, Los Ángeles, y un experto en el autor de Dom Casmurro que reunió hace poco sus estudios en el libro Romance com pessoas‭. ‬A imaginação em Machado de Assis‭ ‬(Alfaguara 2014). Refiriéndose a Machado, Passos parece confundir deliberadamente sus propios intereses literarios con los de su antecesor pues afirma que “él es nuestro contemporáneo en el tratamiento de las motivaciones humanas por la minuciosa composición de héroes que rehacen sus historias de vida en la medida que son objeto de la mirada ajena” ocupándose de “emociones morales como los celos, la vergüenza, la culpa, el remordimiento y el resentimiento”, razón por la cual sus personajes “tienen una profunda dimensión moral”. De allí que, en vez de “personajes”, Passos se refiera a los habitantes del universo machadiano como “personas” en el sentido moderno y weberiano del concepto. Así, en clave machadiana nos adentramos en las honduras oníricas y morales de Jurandir, viejo obrero textil nordestino que, acosado por culpas y accidentes del pasado, es instado a caligrafiar su vida interior dando origen a la polimórfica voz narrativa de O sonámbulo amador‭.‬

A diferencia del español, el adjetivo amador‭ ‬en portugués significa también “aficionado”, ambigüedad semántica con la cual el autor busca aludir, por un lado, a los dolores del corazón que atormentan la existencia madura de Jurandir y, por otro, a su afición tardía a reflexionar sobre su “yo” creando recién a los sesenta y tantos años una suerte de autobiografía mental destinada a reconciliarlo con episodios fallidos de su juventud. La obsesión con ciertas memorias traumáticas y la relevancia psicoanalítica de sus sueños en el contexto del tratamiento psiquiátrico prescrito por el Doctor Ênio, llevan a Jurandir a suspender al sujeto histórico “diurno” y concentrarse en el sujeto psicológico “nocturno” a fin de registrar sus memorias, sueños, evocaciones y experiencias en Bellavista –hospital psiquiátrico donde va a parar tras hacer explotar el auto de la empresa donde había trabajado toda la vida. Éste es el sentido del título El sonámbulo amador, narración con la cual José Luiz Passos busca subrayar la fuerza inefable y balsámica de la palabra literaria para cicatrizar experiencias lacerantes y crear mundos llevaderos.

En cuatro cuadernos y un epílogo sobre su quebrantado mundo interior, la prosa inestable de Jurandir nos revela fragmentariamente el rostro de sus demonios, paradoja significativa si consideramos que al iniciar sus “diarios” Jurandir ha alcanzado el clímax de la pérdida de su propio ser, la alienación total respecto de su presente –metáfora sugerida en la portada de la novela con la imagen de un obrero textil sin rostro. Asimismo, el comienzo del psicoanálisis vía escritura es gatillado por la violenta suspensión de sus lealtades a la empresa textil debido al accidente laboral de un joven operario que perdió el rostro tras su exposición al vapor caliente. Como jefe de seguridad, Jurandir debe representar a la empresa en los trámites judiciales, pero la desgracia del joven lo confronta con sus propias pérdidas, razón por la cual cuando va camino a Recife para encontrarse con los abogados sufre un colapso nervioso que desencadena la explosión deliberada del vehículo institucional y su posterior internamiento en Bellavista. En consecuencia, los cuatro cuadernos conforman una gran cartografía mental encargada de registrar la desigual topografía moral de la vida fallida de Jurandir. En última instancia, el mapeo consciente de sus accidentes mentales procura cerrar el capítulo de los desaciertos pasados a fin de reabrir la posibilidad de una vida afectiva en el presente. En este sentido se entiende el carácter elusivo del espacio geográfico nordestino y el contexto histórico dictatorial del Brasil de fines de la década de 1960, vislumbrados desde la prosa de Jurandir, puesto que también son “accidentes” –no menores, por cierto– de su propia topografía moral.

El primer epígrafe de la novela –¿Qué nos lleva a intentar nuevamente‭?‬‮–‬‭ ‬nos da la clave de las “fallas” que atormentan a Jurandir. En el Primer Cuaderno surge la silueta de Minie, mujer joven que, pese a no ser buscada como amante, insta a Jurandir a reintentar el amor de pareja especialmente después de la crisis matrimonial con Heloísa, desencadenada por la muerte del hijo de ambos. La segunda oportunidad con Minie, sin embargo, constituye un nuevo tropiezo: “Ese departamento de ella, que antes parecía ser el trampolín para una vida libre y más tranquila, donde Minie y yo desfilábamos nuestros pesares y los sueños que queríamos ver realizados, ese inmueble se transformó después en un claustro, lleno de cobranzas y privaciones” (35). El joven quemado en la empresa textil, cuyo destino parece estar en las manos de Jurandir en tanto jefe de seguridad, constituye una nueva incursión del protagonista en las demandas del amor paterno, contexto en el que ha sufrido su más trascendental y tormentosa derrota. Recordando la muerte de su hijo André por la negligencia del colega de éste, Kid Couto, quien conducía la moto montada por ambos, Jurandir reflexiona sobre la responsabilidad de algún tercero en el accidente del operario: “La amistad y la competencia son lazos fuertes […] Me pregunto si algún amigo del joven que se quemó el rostro no habrá estado involucrado en esto” (43-44). La reflexión de Jurandir sobre el amor entre amigos se da a lo largo de toda la narración con el recuerdo recurrente de su propia infancia junto al hijo del dueño de la empresa textil, Marco Moreno Prado. El signo de la competencia atraviesa no solo la amistad de ambos sino que marca a Jurandir de por vida, pues es Marco quien provoca su primera experiencia traumática en una jugarreta con un carrito motorizado. Marco, quien empuja obsesivamente el carrito que lleva a Jurandir, hace que éste pierda el control y se reviente la rodilla, quedando cojo de por vida. Marco deja el pueblo para radicarse en Recife donde es un abogado de éxito, tornándose así en un fantasma cuya brillante memoria subraya la opacidad de la vida frustrada de Jurandir –“pensaba en cuánto me había alejado de los planes que hice en la juventud” (63), reflexiona este último. Sin embargo, la amistad también le ofrece una segunda oportunidad durante la estadía en Bellavista, donde el enfermero Ramires se convierte en confidente y cómplice del proceso de recuperación de Jurandir.

Como ha sido destacado por varios críticos literarios brasileños, uno de los mayores logros de la prosa de José Luiz Passos en O sonâmbulo amador‭ ‬es su talento para entretejer los diversos retazos textuales de la mente de Jurandir, resultando una narración que, aunque polimórfica, no carece de fluidez. Como señaló el propio autor en entrevista con Rodrigo Simón (UNIVESP TV), los cuatro cuadernos que absorben la terapia escritural de Jurandir están organizados de manera más o menos cronológica. En este contexto, no extraña que el Tercer Cuaderno, además de contener los momentos decisivos de la narración, constituya el mejor despliegue de técnicas narrativas de la novela. Este segmento incluye la confesión clave de Jurandir a sus colegas de Bellavista, apertura que provoca un colapso determinante para su salud y la habilísima narración de la experiencia del alienado ante su propia crisis y los efectos perturbadores de los psicotrópicos. El carácter culminante del Tercer Cuaderno lo convierte en una exuberante muestra de registros lingüísticos con logros notables como la conmovedora escena de amor entre Jurandir y su hijo André; el caótico accidente del padre de Marco Moreno Prado, donde el autor involucra al lector en el vertiginoso caos familiar; y la fugaz pero intensa irrupción del personaje popular Averrós en la diégesis de los acontecimientos recordados por Jurandir.

La prosa de José Luiz Passos no comienza en O sonâmbulo amador‭ ‬‮–‬antes publicó la novela Nosso grão mais fino (Alfaguara 2009)– ni termina allí. Como su maestro Machado de Assis, Passos nos promete nuevas aventuras con los personajes de sus novelas pues el cuento “Averrós”, que este año inauguró la serie digital “Formas Breves”, profundiza la exploración de esta suerte de leyenda rural nordestina apodada Chupeta de Satã. Los lectores hispanohablantes tendremos oportunidad de conocer a estos héroes brasileños a partir del segundo semestre de 2015, fecha en que la editorial argentina Edhasa lanzará O sonâmbulo amador‭ ‬en español. Aunque su obra ya ha sido galardonada, Passos es un escritor joven cuya dedicación y amor a las letras permiten anticipar que su mejor obra está todavía por venir.

 

 

Mónica González García
Universidad de Talca
mogonzalez@utalca.cl