CRISIS Y DEFENSA DE LAS HUMANIDADES EN EE.UU.[1]

 

 

Patricia Morodo

Colaboradora Aceprensa y Librerías Troa

 

 

El Presidente de la Universidad de Albany (Nueva York), George M. Philip, anunciaba hace unos meses que iban a desaparecer los departamentos de estudios humanísticos y clásicos, de lenguas y cultura italiana y francesa y los programas de teatro ruso. El motivo es la crisis económica y la falta de demanda de estos programas académicos. Este asunto ha generado un encendido debate de defensa de las humanidades o artes liberales.

Stanley Fish, profesor de Derecho y teórico literario, es el epicentro de este debate. Ha expuesto sus propuestas en varios artículos del blog Opinator del The New York Times: si los criterios para mantener departamentos y profesores de humanidades son productividad, eficiencia y satisfacción, olvidémonos de haber entendido qué son realmente esas disciplinas universitarias. Quizá tampoco estemos entendiendo realmente lo que es una universidad, sino que la vemos como una empresa o industria. ¿Quieren ustedes, continúa Fish, una universidad –una institución que tiene su lugar en una tradición que se remonta siglos atrás– o quieren más bien una escuela de oficios? ¿Está dispuesto a pagar por una universidad? Entonces no la confunda con una empresa generadora de beneficios.

  

NO SON UN ADORNO CULTURAL

 

Por tanto, es preciso entender que las humanidades tienen valor por sí mismas, no en función de otra cosa. No son tampoco un adorno cultural, un disfrute intelectual o simplemente una preparación para ser críticos. No únicamente. Son un fin en sí mismas. Matthew Milliner, también profesor universitario, defiende los estudios humanísticos y recuerda que en el libro VII de La República, Sócrates dice que el saber ha de ser buscado con vistas a la belleza y al bien. Y señala otro modo de llamar a las humanidades: artes liberales, es decir, lo contrario a los saberes o funcionales. Las humanidades son libres para disfrutarse por sí mismas, pues el placer de conocer es su propia recompensa. Como Aristóteles señalaba, la felicidad consiste en la contemplación de la verdad, pues la actividad intelectiva es la propia del ser humano. Las conocidas primeras palabras de su Metafísica son: “Todos los hombres tienden por naturaleza al saber”.

El pensador británico Terry Eagleton se suma a esta corriente de opinión en su columna del guardian.co.uk. Defiende que no puede haber universidad en sentido pleno si las humanidades se separan del resto de las disciplinas, como si fueran un “agradable complemento”. Y propone que las universidades sean de nuevo centro de crítica en vez de servir al statu quo, y ser capaces de desafiarlo en nombre de la justicia, la tradición, la imaginación, el bienestar humano, el libre juego de la mente o las visiones alternativas del futuro.

En esta línea argumentativa se sitúan dos filósofos españoles. Alejandro Llano señala, hoy por hoy, las humanidades resultan insustituibles para lograr estos cuatro objetivos: 1. Interpretación crítica de la sociedad actual. 2. Revitalización de la cultura. 3. Reflexión sobre las grandes cuestiones personales y sociales. 4. Ascenso del nivel de creatividad. El otro es Daniel Innerarity que en el artículo “Elogio de la inexactitud” defiende que “la creatividad implica siempre un cierto tipo de sabotaje contra la división del trabajo establecida, contra la parcelación del saber y la especialización, contra la exactitud de las soluciones habituales; supone una revisión de las competencias y de las expectativas, una fuerte disposición a aprender fuera del saber y las prácticas establecidas. Y para eso son indispensables las ciencias humanas y sociales, las grandes olvidadas en medio de un furor tecnológico que nos hace analfabetos en todo lo que se refiera a la interpretación y el sentido de las cosas importantes de nuestra vida, personal o colectiva”.

  

REACCIONES PARA MANTENER LA EXCELENCIA

 

La reflexión de Eagleton es muy similar a la de Fish y a la de Milliner, pues otros argumentos no se dirigen al núcleo de los que realmente son las humanidades: no serán rentables económicamente a corto plazo, serán inútiles por no ser prácticas, pero son indispensables y forman parte de la educación integral superior en EE.UU., al menos hasta hace poco.

David Skorton, Presidente de la Universidad de Cornell, de Ithaca, EE.UU., defiende la dotación nacional para las Humanidades (NEH) en el blog del Washington Post, Inc College. Skorton responde a las propuestas para reducir o eliminar la financiación para la National Endocument for the Humanities (Fondo Nacional para las Humanidades). Señala los aportes de las humanidades a la competividad nacional y seguridad y afirma que “nuestros problemas más acuciantes y complejos –en todo el mundo– no los resolverá la ciencia por sí misma”.

Para salir al paso del desinterés por las humanidades, un grupo de universitarios canadienses decidió contraatacar, y creó la página web “4humanities” (http://humanistica.ualberta.ca/). Su objetivo es coordinar actividades y difundir la lucha para salvaguardar la enseñanza y la investigación de las humanidades.

A petición de un grupo bipartidista de miembros del Congreso de EE.UU., la Academia Americana de las Artes y las Ciencias anunció el 18 de febrero de 2011 que ha creado una nueva Comisión en Humanidades y Ciencias Sociales, financiada por la Fundación Andrew W. Mellon. Presidida por el Presidente de la Universidad de Duke, Richard H. Brodhead, y el Presidente de Excelon Corporation, John W. Rowe, la Comisión incluirá 41 participantes del mundo académico, de las artes, de los negocios, de la filantropía y de los medios de comunicación.

Durante el próximo año y medio, la Comisión tratará de responder a lo que le ha pedido el Congreso: ¿Cuáles son las principales diez acciones que hay que emprender por parte del sector público y de la iniciativa privada para mantener la excelencia nacional en las humanidades?



[1]          Aceprensa, Madrid 2011.