Reseña al CD Misa a lo poeta. La Eucaristía en décimas a lo divino. Texto: Juan Pérez Ibarra. Interpretada por los Herederos de la «Guitarra Grande»: Juan Pérez Ibarra, Santos Rubio Morales, Erick Gil Cornejo y Fidel Améstica. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile (Fondart Regional, Pirque), 2011.

El canto a lo poeta es una expresión que encierra todas las modalidades del canto popular de Chile, si bien tiene unas características muy particulares referidas a la naturaleza de ese canto, a su forma de manifestarse, a los textos que lo componen, a los instrumentos con que se acompañan, etc.; características que son tantas y tan particulares que no tienen paralelo en el resto de los cantos populares de los otros países iberoamericanos. Y a su vez tiene una división nítida y tajante que los propios cantores chilenos se encargan de remarcar cada vez que tienen ocasión: el canto «a lo humano» y el canto «a lo divino», que afecta obviamente al contenido de cada canto, de temática profana el primero y religiosa el segundo, pero que divide y clasifica a cada cantor según sea la vertiente predominante de cada cual, habiendo cantores exclusivamente «a lo divino» como cantores exclusivos «a lo humano», aunque no sean raros los cantores que abarquen ambas modalidades.

            Lo anterior resulta necesario para comprender el título de Misa a lo poeta que lleva un disco que acaba de aparecer bajo el sello editorial del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile (Fondart Regional, Pirque, junio de 2011). El subtítulo que lleva aclara un poco más su contenido: La Eucaristía en décimas a lo divino. En efecto, se trata de una misa con las partes fijas cantadas en décimas, que es la forma poética peculiar del canto a lo poeta chileno, siendo los textos de la autoría de Juan Pérez Ibarra y la interpretación del cuarteto formado por el propio Juan Pérez, Santos Rubio Morales, Erick Gil Cornejo y Fidel Améstica. Las melodías con que se cantan las distintas partes de la misa pertenecen todas ellas al fondo patrimonial del canto a lo poeta chileno, si bien fueron arregladas para el caso por Santos Rubio, «poeta, músico y payador de La Puntilla de Pirque», según se le presenta en la contraportada del CD.

            Cada uno de los componentes de este grupo merecería un comentario particular, pero especialmente el de Santos Rubio, pues además de ser un referente inexcusable en el canto a lo poeta de Chile, el de más amplio reconocimiento y el maestro indiscutible de varias generaciones de cantores y de guitarroneros, su intervención artística en esta Misa fue la última de su vida, pues murió tan solo un mes antes de que el disco se publicara, aunque pudiera llegar a oír en los últimos momentos el máster de la grabación y sonriera satisfecho de la obra lograda. Él que tanto consuelo dio a lo largo de su vida a innumerables familiares en los velorios de despedida de tantos hombres y mujeres, y también de niños angelitos, recibió a su vez el consuelo de su propia voz e instrumentos cantándole al Dios Creador en quien tanto creía y con quien tanto se consolaba. Santos fue el maestro de Juan Pérez y éste lo ha sido de Erick y de Fidel, de suerte que bien puede decirse que esta es la obra de tres generaciones de cantores a lo divino, de los más renombrados y mejores con que cuenta el canto a lo divino hoy en Chile.

            No es esta la primera Misa que se hace «a lo divino» y al estilo del canto a lo poeta, pero nada tiene de extraño, pues si tan arraigado está en Chile el canto a lo divino, ¿cómo no hacer que durante toda la misa suenen las guitarras y guitarrones acompañando a los textos específicos de la liturgia? Y sin embargo es este un fenómeno nuevo. Lo tradicional del canto a lo divino es cantar los temas de la religión pero sometidos éstos a las formas específicas del canto a lo poeta, es decir, en la forma de glosa, y además fuera de todo contexto de la liturgia oficial, fuera de las iglesias y en las reuniones particulares de los propios cantores convocados en la celebración de una fiesta onomástica o en la conmemoración de una devoción popular. La entrada del canto a lo divino en las iglesias de Chile es algo relativamente reciente y en cualquier caso para reproducir en ellas las maneras propias de la tradición. Con esta Misa a lo poeta, lo mismo que con las anteriores, lo que se hace es acomodar la tradición a la liturgia oficial de la Iglesia, cantando en cada momento de la misa una o más décimas referidas a las partes que se celebran: la entrada, la petición de perdón, el gloria, el credo, el sanctus, el padrenuestro, etc.

            Nada tengo personalmente en contra de esta iniciativa. Al fin, viene a sumarse, con todo derecho, a la larga serie de misas «populares» o «folclóricas» que pretendieron desde un principio que a Dios se le pudiera cantar en las iglesias con las mismas músicas y cantos que los hombres usaban a diario en la calle, y en la misma lengua con que hablaban entre sí. Fue aquella una consecuencia lógica del Concilio Vaticano II, que abrió la liturgia de la Iglesia oficial a la modernidad. Tuvo su antecedente más famoso con la Misa Luba, allá por el comienzo de la década de los 60 del siglo pasado, cantada todavía en latín, pero sobre ritmos y músicas populares de los nativos del entonces Congo Belga, y le siguieron en el ámbito hispano, la Misa Criolla de Ariel Ramírez sobre músicas argentinas fundamentalmente, la Misa Flamenca basada en los cantos jondos andaluces, la Misa Castellana, etc. Cada una con sus más y sus menos, claro está. Por tanto, nada de extraño hay que venga ahora una nueva Misa a lo Poeta que quiera cantar a Dios en las mismas formas poéticas y musicales que los cantores de Chile usan de ordinario y por tradición.

            Pero esta Misa a lo Poeta chilena tiene muchas novedades. La más importante, para mí, afecta a lo musical. Se deshace aquí un tópico muy arraigado entre los propios cantores a lo poeta chilenos: el de que el guitarrón es un instrumento solista, que no puede sino sonar solo y mucho menos junto a instrumentos de otra naturaleza. Pues aquí suenan juntos varios guitarrones y se unen además a otros instrumentos de cuerda hermanos, como la guitarra, el rabel, la bajuela y un salterio chileno. ¡Y suenan de maravilla! Y hasta puede decirse que queda realzada la sonoridad singularísima y misteriosa del guitarrón chileno. Y los intérpretes cantan juntos y a la vez, incluso haciendo polifonía. Se trata, por tanto, de un canto coral y no individual, y se invita con ello a que esta misa se popularice y sea cantada por toda la asamblea de fieles.

            La maestría de cada uno de los componentes del grupo se hace verdadero conjunto en la interpretación, logrando una complejidad sonora no oída antes en el canto a lo poeta en Chile, pero fácil y agradable de oír, sin que la instrumentación ahogue o encubra el texto, que es lo fundamental en el canto a lo poeta. Una verdadera armonía es la que logran los intérpretes entre el canto y la instrumentación.

            Un sonido «nuevo» es el que logran los intérpretes de esta Misa a lo poeta, pero reconocible desde la más estricta tradición del canto popular chileno. Y a pesar de que cada número de la Misa está basado en una entonación diferente se logra una unidad musical que solo los verdaderos artistas son capaces de crear, correspondiendo este mérito a Santos Rubio, al que se le reconoce expresamente en la contraportada del CD.

            No menor es la maestría y la inspiración del autor de los textos, Juan Pérez Ibarra, hechos todos ellos también según la más estricta tradición del canto popular en décimas pero «metiendo» en ellos la teología más actualizada de la Iglesia y las creencias firmes del cantor a lo divino chileno.

            A la calidad de la grabación, con sonidos de la naturaleza que inician cada canto (el agua corriente y sonora, el canto del gallo, el trinar de los ruiseñores..., queriendo unir «el arte y de la vida», según se dice en la hojilla del álbum dedicada al canto a lo divino de Chile), hay que sumar la delicadeza y el buen gusto en el diseño de la carpeta del CD. De la grabación fue responsable Juan Rubén Flores Luza, y del diseño, Marcelo Eduardo Uribe Lamour.

            La carpeta del CD contiene unas hojillas sueltas con comentarios muy pertinentes sobre el canto a lo divino, sobre el guitarrón chileno y sobre esta misa a lo poeta, además de los créditos y varias fotos de los intérpretes e instrumentos utilizados en la grabación. Una cosa echo en falta, sin embargo: la transcripción de los textos que se cantan. Éstos pueden entenderse íntegramente en la audición del CD, pero constituirían un documento literario de gran valor si se juntaran y formaran unidad textual.

            Me confieso un enamorado del canto a lo poeta de Chile, y muy especialmente del canto a lo divino, teniéndolo yo por una de las maravillas mayores que hoy perviven en el canto popular de Hispanoamérica, incluyendo también en este caso a España, pero nunca había oído cantar antes tan hermosamente las décimas religiosas como en esta Misa a lo Poeta, con músicas tan acordadas, tan solemnes unas veces, tan íntimas otras, tan hermosas siempre.

 

Maximiano Trapero

Catedrático de Filología Española

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Islas Canarias. España

mtrapero@dfe.ulpgc.es