La Florida del Inca (1605), crónica primeriza del mestizo cuzqueño Garcilaso de la Vega, narra la desdichada expedición de Hernando de Soto al extenso territorio de la Florida entre los años 1539 y 1543. Por mucho tiempo, esta obra estuvo injustamente opacada, tanto por la historiografía que la consideraba la narración menos fidedigna de la referida expedición, como por la crítica garcilasista que la veía como un ejercicio preparatorio para la escritura de la obra magna del Inca, sus Comentarios reales.

Esta situación ha cambiado notablemente en las últimas décadas. En este momento, La Florida delíncaos, valorada no solo como una de las obras más importantes del Siglo de Oro, sino también como un capítulo trascendente para la comprensión de la escritura del Inca Garcilaso de la Vega.

Algunas iniciativas recientes reflejan este cambio de perspectiva. El 2003, Espasa Calpe publicó la edición anotada a cargo de Mercedes López-Baralt de los Comentarios reales y La Florida del Inca. Esta última no volvía a publicarse desde 1988, con la edición de Carmen de Mora, y, si bien no se trata de una edición crítica, promueve la difusión de la crónica y tiene el valor de incluir un extenso estudio introductorio así como notas con información histórica, lingüística, literaria y antropológica. Como señala la misma autora, esta edición se singulariza por la perspectiva antropológica y andinista que la anima1.

El 2006 se publicó simultáneamente en castellano en el Perú y en inglés en los Estados Unidos, Franqueando fronteras: Garcilaso de la Vega y La Florida del Inca, volumen editado por Raquel Chang-Rodríguez, quien recopila trabajos presentados en una conferencia interdisciplinaria que tuvo lugar en el City College y el Graduate Center de la City University of New York en el año 2003. La publicación incluye contribuciones de distinguidos académicos de diversas disciplinas, así como una introducción y una cronología preparadas por Raquel Chang-Rodríguez.

Dos años después, sale a la luz Nuevas lecturas de La Florida del Inca, publicación que también recoge presentaciones de un encuentro internacional celebrado en Montilla, el año 2005, con motivo del cuarto centenario de la publicación de La Florida del Inca.

El libro incluye una introducción de su editora Carmen de Mora y, a modo de preludio, un trabajo de Dante Liano titulado "El Inca Garcilaso, escritor de frontera". Liano presenta, a grandes rasgos, al Inca Garcilaso como escritor fundacional de la literatura hispanoamericana "heterogénea" (usando la expresión de Cornejo Polar) y subraya su condición de "escritor de frontera" en tres sentidos: cultural, dado su lugar de enunciación "fronterizo", étnico, dadas sus identidades múltiples (española, india, mestiza), y genérico, dado que, según Liano, el Inca "habla en la intersección exacta entre literatura e historia" (26).

Tres trabajos integran una sección sobre "La cuestión identitaria en la obra del Inca". El primero de ellos, de Mercedes López-Baralt, complementa las conocidas ideas en torno a la tradición europea que nutre a Garcilaso (en concreto, las que se refieren a la influencia del pensamiento neoplatónico y a la noción de concordia) con "la otra cara de la moneda", es decir, las fuentes andinas de la "obsesión garcilasista por la dualidad" (33). La autora destaca el relieve de dos nociones andinas, el tinku (noción polisémica que significa encuentro de luchas y competencias, pero que apunta también a la reciprocidad, la fertilidad y la vida) y el ayni (noción alusiva a la dualidad y a la ayuda recíproca que emerge en el ámbito del trabajo comunitario). La autora muestra ejemplos tanto de La Florida como de los Comentarios reales para concluir con la idea de que el ideal de la concordia aporta naturalidad a la identidad dual del Inca, "escudo protector para la más profunda de las heridas, la escisión de las lealtades" (51).

Si el trabajo de López-Baralt contribuye a seguir ampliando nuestro conocimiento de la compleja identidad del Inca en lo que se refiere al mestizaje cultural, el de José Antonio Mazzotti lo hace reflexionando sobre la articulación de La Florida con el resto de la obra de Garcilaso. En específico, interesa al autor la figura de Hernando de Soto, presentada en La Florida como figura paradigmática que luego servirá de modelo para los incas y los primeros conquistadores del Perú en los Comentarios. Hernando de Soto, comparado con el rey visigodo Alarico, tendrá su correlato en la segunda parte de los Comentarios con la exaltación de los encomenderos-conquistadores y la admiración "por un proyecto frustrado de organización social basado en la preeminencia de los conquistadores en alianza con la nobleza cuzqueña" (65).

Raquel Chang-Rodríguez analiza, en el último trabajo de esta sección, los capítulos 1 al 20 del sexto libro de La Florida, los "capítulos mexicanos" en los que los sobrevivientes de la expedición están primero en Panuco y después en México-Tenochtitlan. De acuerdo a la autora, estos capítulos refuerzan la idea del Proemio de que la crónica busca preservar las hazañas y hechos gloriosos tanto de españoles como de indios, presentados en "ecuación caballeresca" que los iguala en dignidad a los antiguos (78). Pero la "tensión e inestabilidad" que instalan estos capítulos llevan, asimismo, de una geografía a otra (sucesos floridanos y peruanos se presentan en un teatro mexicano), lo que fuerza al lector a pensar en América como una totalidad y a reflexionar sobre la historia compartida (81).

La siguiente sección del libro "Configuración discursiva, actores y avatares épicos" incluye los trabajos de Raúl Marrero-Fente, Rosa Pellicer, Mercedes Serna, Miguel Zugasti, Daniel Mesa y Carmen de Mora.

En "Literatura, memoria y duelo en La Florida del Inca", Raúl Marrero-Fente sostiene que el personaje principal de La Florida es la muerte y sus asociados: la pérdida, el duelo y la memoria (85). Concentra su análisis en una selección de capítulos (20-29 del libro II, I Parte) que tratan de la historia del cacique Vitachuco y su rebelión contra los españoles. Según el autor, estos capítulos dan cuenta de aspectos elusivos del texto y del proceso de redacción de la obra. La historia de Vitachuco -personaje modelado a partir del araucano Galvarino, según Marrero-Fente- lleva en sí épica, retórica y "una reflexión sobre la relación entre la literatura y la muerte": la literatura esconde el sentimiento de los perdedores por la derrota y el trabajo de duelo por los muertos, el relato analizado es "la proyección del malestar por la derrota incaica y la captura de Atahualpa que impide el acto heroico" (100).

Rosa Pellicer se refiere, por su parte, a un asunto ya ampliamente discutido por la crítica, el de las relaciones entre historia y ficción en las crónicas de Indias. Afirma a partir de esto, que es la "vertiente imaginativa" (cuidadosa construcción de casos particulares y episodios intercalados, como el de Juan Ortiz y la señora de Cofachiqui) lo que "acerca a La Florida del Inca a la narración literaria, y la separa del resto de las relaciones conservadas" sobre la expedición de De Soto a la Florida (110).

Mercedes Serna, al referirse a la imagen del indígena en La Florida del Inca, anota algunas semejanzas entre la crónica del Inca y La Araucana de Ercilla como "el tono de admiración" y el uso de los modelos clásicos delpuer senex y delfortitudo et sapientia (131). Siguiendo a Loayza, enfatiza que los indígenas de La Florida se rigen por los ideales renacentistas del honor y la fama, la lealtad y el valor (132). La autora observa, asimismo, que La Florida del Inca inicia un camino que continúan los Comentarios reales: iguala los comportamientos de indígenas y cristianos en una operación de analogía similar a la que hizo el cristianismo con algunos héroes paganos, lo que explicaría el hecho de que los caciques de La Florida y luego los incas aparezcan como expresión de las virtudes cristianas y cortesanas (139).

Miguel Zugasti, en "Lahostilidad del otro: indios y conquistadores frente a frente en La Florida del Inca" pretende tratar el tema del choque cultural y bélico de la expedición de De Soto describiendo aspectos como la composición de los ejércitos, el orden en los combates, los animales y las armas utilizadas por españoles e indígenas. Dedica, además, un apartado especial a las "razones para el desastre español en la Florida", las que serían, según su lectura de la crónica, la sed de oro y el descuido en materia de evangelización. La lectura de Zugasti parte de la base de que Garcilaso "estaba del lado español", "convencido de la necesidad de que esas tierras acaben cristianizándose y colonizándose según el modelo occidental" (168), lo que no considera contradicciones y tensiones de la escritura del Inca que se relacionan con cuestiones tan relevantes como su identidad mestiza, su preocupación por la armonía y la concordia o su defensa del valor americano (asuntos abordados por Mazzotti, Chang-Rodríguez y Hopkins-Rodríguez, entre otros).

El trabajo de Daniel Mesa propone, por su parte, una lectura de La Florida a partir de lo que llama la "pulsión de reproducción" y si bien sostiene que esta atraviesa todos los niveles del texto (177), se detiene en el nivel poético-compositivo (imitatio) y el alegórico del uso metafórico de la.fructificatio. En relación con el uso que hace Garcilaso de sus fuentes (Gonzalo Silvestre, Coles y Carmona) propone Mesa que la imitatio vira hacia la simulación y esa poética de simulación, al tiempo que confiere modernidad al discurso histórico del Inca, le genera "incertidumbre e inquietud" (183). El autor concluye con una reflexión sobre el sentido maravilloso-utópico de La Florida: relaciona la "pulsión reproductora" del Inca con la intencionalidad ideológica de la fructificación de la fe (199).

Carmen de Mora en "La dualidad en los episodios amplificativos de La Florida delinca", subraya, en primer lugar, la confluencia entre elementos históricos, retóricos y literarios en la crónica de Garcilaso de la Vega. La autora profundiza, luego, en la construcción de los episodios que sirven de soporte al discurso histórico, sobre todo en la técnica de la amplificación que desarrolla o alarga un tema otorgando valor artístico a la obra. A través del análisis del episodio de la traición de Hernán Ponce de León a De Soto, sostiene que los episodios amplificativos están construidos a partir de la dualidad, "la repetición y contraposición de situaciones" (213), el paralelismo y la antítesis (214). La autora vincula este recurso tanto con la máxima expuesta por León Hebreo en sus Diálogos de amor ("las cosas se conocen por sus contrarios") como con los procedimientos de la epopeya, en especial, la disyunción exclusiva o la no-conyunción (217). Carmen de Mora apunta, finalmente, a un aspecto que considero central en la crónica primeriza del Inca: la especificidad de esa "disyunción" es de "naturaleza moral exlusivamente" y, por tanto, no opone a españoles vs. indios, sino a bueno vs. cruel, valiente vs. cobarde, prudente vs. sensato, noble vs. vil, leal vs. traidor (217).

La sección final del libro, "Otras perspectivas", contiene tres trabajos que exceden el tratamiento monográfico de La Florida del Inca. Belén Castro se aproxima a Garcilaso de la Vega a través de los diarios de Alexander von Humboldt, atendiendo al recorrido que trazó en 1802 por el antiguo imperio de los incas. Virginia Gil aborda, a partir de la Historia general del Perú, las consecuencias de la aplicación de las Leyes Nuevas en el Perú. José Carlos González se refiere al mito de la fuente de la juventud en textos cronísticos de La Florida, contrastando actitudes y vinculaciones con el mundo clásico, los orígenes medievales y la vertiente religiosa del mito.

Como epílogo, cierra la publicación el trabajo de Luis Millones, quien confronta la muerte de Atahualpa y Hernando de Soto, personajes que no solo cruzaron sus vidas durante el cautiverio del inca sino que coinciden en "lo penoso de sus muertes y en el destino sorprendente de sus cuerpos, ambos perdidos, uno quizás en algún escondrijo en los Andes, el otro arrastrado por las aguas del Mississipi" (311). El autor relaciona el primer caso con la tradición de los malquis (momias de los incas muertos) conservados por laspanacas reales (conjuntos familiares) y el segundo, el de Soto, con los temores de los europeos a posibles maltratos al cuerpo del gobernador de Cuba, quien, irónicamente, había imaginado su entierro con los honores que podía otorgar su fortuna.

Para concluir, vale la pena subrayar que la diversidad de enfoques y lecturas del libro comentado da cuenta de la notable vitalidad de La Florida del Inca a cuatrocientos años de su aparición. Vitalidad que, sin duda, demostrarán también los Comentarios reales este año, con motivo del cuarto centenario de su publicación (1609), ocasión oportuna para un capítulo más de "comento y glosa" del luminar cuzqueño.

Sarissa Carneiro Araujo
Universidad de Chile
sarissacarneiro@gmail.com

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1 En su trabajo, "El regreso del Inca: sobre una edición de dos obras de Garcilaso", publicado en Franqueando fronteras. Garcilaso de la Vega y Va Florida del Inca. Raquel Chang-Rodríguez, Ed. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006. 235-240.