in Cuadernos de Historia
De la gran depresión a la huelga larga: la pobreza de ingresos en la industria del carbón (Chile, 1932-1960)
Resumen:
El objetivo principal de este artículo es analizar la pobreza de ingresos en la industria del carbón entre 1932 y 1960. Se utiliza el enfoque metodológico de la CEPAL –el food share method– para estudiar el valor real de la fuerza de trabajo. Nuestros resultados muestran que el ingreso real en la industria del carbón aumenta, pero no logra superar la línea de la pobreza, con excepción del período 1951-1953. El incremento de principios de los cincuenta tuvo lugar durante una crisis inflacionaria nacional y fue consecuencia del movimiento obrero de finales de los cuarenta. En términos relativos, existió una concordancia estructural entre el valor real y comparativo de la fuerza de trabajo y la situación de paternalismo y control social evidenciada en la literatura.
Introducción
La historiografía reciente sobre el mundo del carbón se ha enfocado en tres áreas de estudio. En primer lugar, en el movimiento obrero y sindical 1 , con énfasis en el rol del Partido Socialista y Partido Comunista 2 . En la mayor parte de las investigaciones, los trabajadores del carbón son considerados como elemento central del movimiento social nacional. “La etapa que va entre la década de 1920 y fines de la década de los cincuenta permitió que los trabajadores del carbón, y las luchas de sus sindicatos, fueran vistos como parte de la clase obrera heroica” 3 . Se menciona con recurrencia, episodios como la huelga larga de 1960 4 , los conflictos de finales de la década de 1940 5 y la huelga larga de 1920 6 . Existe un consenso generalizado en que las zonas de Lota, Coronel y Curanilahue “poseen un tronco general de historia relacionada a la explotación del carbón y resistencia obrera” 7 .
Otro grupo de investigadores/as ha centrado su mirada en el rol del carbón como fuente de energía en el proceso nacional de industrialización. Los análisis abarcan la etapa de industrialización temprana a mediados del siglo XIX 8 , el período ISI a mediados del siglo XX 9 y, recientemente, las décadas finales del siglo recién pasado 10 . En general, los/as autores/as han dejado en evidencia el carácter ambivalente de la industria del carbón a mediados del siglo XX. Se menciona, por una parte, el notorio crecimiento de la producción con posterioridad a la crisis de 1929, el que, sin embargo, era consecuencia de la incapacidad de la industria nacional para transitar hacia el uso de energías propias de la industria avanzada (electricidad y petróleo). “Sin posibilidades de producir petróleo internamente, y con fuertes restricciones para conseguir divisas, la economía nacional se volcó hacia el sur del país, y buscó en las provincias de Concepción y Arauco el preciado carbón de piedra” 11 .
Por último, otro grupo se ha dedicado al examen del denominado paternalismo industrial: el fomento de un modelo ideal de familia obrera por parte de las empresas carboníferas del sector. Desde esta perspectiva, en una primera fase se habría manifestado “un tipo de paternalismo que podríamos denominar del cara a cara, donde patrón y empleado tenían mayores cercanías realizando muchas veces [ellos] mismos las labores de filantropía que los acercaba a sus obreros” 12 . Posteriormente, tras la huelga larga de 1920 habría emergido un tipo de paternalismo “en su vertiente burocratizada y […] en consonancia con la legislación social promovida por el Estado” 13 . Este “paternalismo burocrático o de bienestar” 14 se habría xpresado concretamente en la acción de asistentes sociales 15 , las asignaciones familiares 16 , los espacios de entretenimiento y ocio 17 , las viviendas para empleados y obreros 18 y las gratificaciones monetarias por buena conducta y asistencia 19 . Otros estudios vinculados indirectamente con esta área de estudio resaltan los mecanismos de control social ejercidos por las compañías y sus vestigios en la memoria colectiva. Para asegurar “la existencia de mano de obra segura y altamente adiestrada” 20 , las empresas, “bajo distintos dispositivos, lograban controlar todos los momentos en las vidas de sus trabajadores y sus familias” 21 . Aun así, estos analistas muestran que, “a pesar de la existencia de una alta conflictividad social y laboral, particularmente en el caso de la industria carbonífera, los habitantes actuales de los barrios industriales relevan los beneficios recibidos de la empresa, mostrando la importancia que tuvieron las prácticas paternalistas” 22 .
Se desprende de las referencias recién expuestas que el tema de la pobreza de ingresos en el mundo del carbón no ha sido analizado con detenimiento por la historiografía. Benedetti evidencia que “para una aproximación más detallada de la evolución de los salarios en el mundo del carbón –Coronel y Lota específicamente– se cuenta sólo con las tendencias generales que no permiten un análisis minucioso” 23 . Tampoco es claramente observable una perspectiva comparada y regional sobre el valor de la fuerza de trabajo. Hasta la actualidad, solo contamos con aproximaciones generales y poco detalladas sobre el salario del carbón. Tampoco se ha ahondado en la distancia entre el ingreso carbonífero con el promedio nacional, con los rubros mejor pagados de la industria o con el ingreso rural. Se habla con recurrencia de salarios bajos o insuficientes, pero ¿qué tan cercanos/lejanos eran los ingresos con respecto a la línea de la pobreza año a año?, ¿es posible estimar el costo de la línea de la pobreza con precios representativos de la zona?, ¿el costo en alimentación o vivienda era similar para un trabajador del carbón, del cobre o del salitre?, ¿qué tanto divergen/convergen los salarios del carbón con respecto a otros rubros de la minería, del promedio del sector manufacturero o de las zonas rurales? En los estudios sobre salarios en el Chile de mediados del siglo XX, se suele usar un indicador del costo de la vida basado en precios de Santiago 24 , pero ¿es Santiago una ciudad representativa del costo de la vida de la zona del carbón?, ¿era similar el costo de la vida en Antofagasta, Santiago y Concepción?
En este artículo pretendemos trabajar en torno a estas interrogantes. Utilizamos un enfoque metodológico que combina las propuestas de la historiografía económica reciente con el enfoque teórico-metodológico de la CEPAL para estudio de la pobreza en Latinoamérica. Nuestra hipótesis es que: (1) el ingreso real en la industria del carbón aumenta, pero no logra superar la línea de la pobreza, con excepción del período 1951-1953; (2) en términos relativos, existió una concordancia estructural entre el valor real y comparativo de la fuerza de trabajo y la situación de paternalismo y control social evidenciado en la literatura.
Metodología
El concepto de pobreza en perspectiva histórico-comparativa ha estado en el centro de un intenso debate teórico en las últimas dos décadas 25 . La idea de establecer parámetros estables sobre condiciones mínimas que permitan una vida aceptable fue propuesta, inicialmente, por Allen en un artículo pionero que analiza el valor de la fuerza de trabajo en Europa desde fines de la Edad Media hasta inicios del siglo XX 26 . En base a esta propuesta, el autor concluye que el ingreso en el sur y en el norte de Europa experimenta ciclos distintos, y que esta diferencia sería relevante para entender el origen de la economía moderna industrial. Diez años más tarde, en un trabajo colaborativo con varios especialistas, se aplica esta propuesta a un estudio más amplio que contrasta las realidades asiática y europea 27 . En este trabajo se empieza a formalizar ya una perspectiva que luego se conocería como high-wage economy hypothesis: con salarios comparativamente más altos, y con disponibilidad de carbón a bajo costo; el reemplazo de trabajo por capital habría sido más rentable en el norte de Europa, lo que explicaría porqué Inglaterra, y no otras economías con condiciones igualmente favorables a la industrialización 28 , fue la que finalmente pudo romper con la trampa maltusiana 29 . En cambio, en economías de salarios bajos, el aumento de la producción era consecuencia del incremento de la mano de obra, de las horas de trabajo o de la intensidad del trabajo 30 . De esta manera, la antigua tesis de Habakkuk sobre la relación ingreso/indutrialización ha sido revivida en los últimos años, ampliando el análisis a una escala global 31 .
Recientemente, son cada vez más frecuentes los intentos de aproximarse al ingreso en perspectiva histórica utilizando parámetros estables sobre condiciones mínimas. Las estimaciones se basan, generalmente, en el diseño de una canasta básica de consumo que garantice –en cada período y lugar– el mantenimiento de una vida aceptable. La canasta de subsistencia, que es la más frecuentada
en la historia económica reciente, está compuesta de cuatro ítems alimenticios (fuentes de carbohidratos, proteína animal, legumbres y grasas), una fuente de energía (carbón o leña), implementos básicos de vestimenta (algodón o lana) y productos de higiene (jabón). A esto se suma un costo adicional por vivienda, usualmente el 5% del costo total de la canasta. Cada canasta está adaptada, supuestamente, a los patrones alimenticios. La canasta para Europa del Sur contiene polenta, la de Japón contiene arroz, la de Latinoamérica harina o papas, etc. 32 El valor de esta canasta es multiplicado por tres para estimar el costo de mantener un grupo familiar estándar de dos adultos y dos niños. Para obtener el ingreso anual se multiplica el ingreso diario por los días trabajados, según la información de los archivos históricos. Finalmente, el ingreso nominal anual es dividido por el costo anual de la canasta básica para obtener el welfare ratio (en adelante, WR). Un WR superior a 1.0 significa que el grupo familiar puede costear las necesidades mínimas de subsistencia.
En los últimos años, en varios estudios latinoamericanos focalizados en Argentina 33 , Uruguay 34 , Chile 35 , Perú 36 , Venezuela 37 , México 38 y Brasil 39 se ha intentado aplicar esta propuesta teórica. Sin embargo, a pesar de que la metodología del WR resulta significativamente útil para comparar el ingreso y el estándar de vida en diferentes períodos y lugares, hay ciertas desventajas y peligros que ameritan ser mencionados. Debido a la cantidad reducida de ítems alimenticios, el costo de la canasta es notoriamente sensible a las fluctuaciones de precios de productos esenciales como la harina o la carne. En las mediciones actuales de la pobreza se utilizan canastas alimenticias mucho más variadas, en las que este peligro es mucho menor. El WR incorpora una medida de pobreza absoluta (el money price of subsistence), pero no otorga información sobre la incidencia de la pobreza; a saber, cuántos trabajadores vivían con un WR superior/ inferior a 1. Los estudios tienden a estar focalizados en grupos reducidos (como los de la construcción), lo que dificulta el establecer hipótesis que abarquen la situación económico-social general. Tampoco existe una diferencia clara y precisa entre línea de subsistencia y línea de pobreza. Los conceptos de subsistencia y pobreza son utilizados como términos prácticamente equivalentes. Allen, por ejemplo, basa su propuesta en el costo monetario de la subsistencia, pero señala igualmente que “un welfare ratio superior a uno indica que el ingreso está por encima de la línea de la pobreza, mientras que una ratio menor a uno significa que la familia vive en estado de pobreza” 40 . Otra desventaja tiene que ver con la generalización de los días trabajados. El estándar más aceptado en la literatura es 280 días por año. Pero esto puede provocar confusiones. Hatcher & Stephenson, por ejemplo, basándose en información alternativa sobre los días trabajados por año, concluyen que la frase temprana de la industrialización moderna estuvo caracterizada por el aumento de las faenas laborales y de la intensidad del trabajo 41 ; fue una revolución industriosa, como propuso De Vries anteriormente 42 . Otras críticas han planteado que la idea de una economía de salarios altos es un espejismo cliométrico que esconde el surplus laboral malpagado o impago de mujeres e infantes 43 .
En Chile, el estudio del ingreso en perspectiva histórica se ha realizado de manera diferente: sin un enfoque claro sobre la pobreza de ingresos en un sentido teórico e histórico. Se suele usar la estimación del valor real de los salarios en base a indicadores macroeconómicos del costo de la vida. El procedimiento consiste, básicamente, en proyectar el crecimiento (real) de los salarios nominales en un período definido mediante la utilización de un índice de precios al consumidor (IPC). El IPC es una medida usada como referencia sobre las variaciones del costo de los bienes y servicios en un período determinado. En estudios sobre períodos más recientes, se suele usar el IPC oficial publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), como, por ejemplo, en la investigación de Reyes sobre el período ISI 44 . Para períodos anteriores, cuando no se había creado todavía la Dirección General de Estadísticas (DGE), se construyen índices con información de precios proveniente de prensa comercial o registros portuarios. Este procedimiento es el utilizado, por ejemplo, por Matus en su estudio sobre los salarios durante el ciclo salitrero (1880-1930) 45 . Pero esta última estrategia puede traer ciertas desventajas: se utilizan los precios al por mayor para la estimación del costo de la vida, sin mayores especificaciones sobre el valor real de los productos para quienes consumen, y se recurre a precios de la capital, sin profundizar en las dinámicas específicas de las regiones. Obviamente, es la escasez de fuentes oficiales la que obliga a los/as historiadores/as interesados en épocas más remotas a recurrir a este procedimiento, por lo que las desventajas recién mencionadas son un mal menor. No obstante, a pesar que la estimación de salarios reales utilizando un IPC nacional puede servir para comprender las fluctuaciones temporales en el valor de la fuerza de trabajo, hay una desventaja inherente a este método y que es fundamental para los propósitos de este estudio: la estimación de los salarios reales se encuentra desconectada de una medida de pobreza absoluta. Por pobreza absoluta entendemos el nivel mínimo que garantice el sostenimiento de una vida aceptable. La línea de la pobreza corresponde al costo monetario de un conjunto de bienes y servicios que permita asegurar el mantenimiento de la vida acorde a estos criterios de aceptibilidad 46 . La estimación de salarios reales en base a un IPC nacional no indica si el ingreso año a año es superior/inferior a la línea de la pobreza. Tampoco entrega información sobre la incidencia de la pobreza: la cantidad de población viviendo con ingresos menores a la línea de la pobreza para cada año. Las dinámicas regionales sobre la pobreza tampoco son cubiertas al utilizar este procedimiento.
En este artículo proponemos adaptar la metodología del WR al enfoque metodológico de la CEPAL. Este enfoque se basa en el food share method propuesto inicialmente por la economista Mollie Orshansky para las estadísticas sociales estadounidenses en 1963-1965. Básicamente, lo que se propone es estimar el costo de la línea de la pobreza “ampliando el gasto alimentario para obtener el gasto total que cubra todas las necesidades básicas […] en base a la distribución de recursos alimentarios/no-alimentarios” 47 . El grupo dereferencia para fijar un parámetro de la distribución de recursos alimentarios/ no-alimentarios, está compuesto por aquellas personas que alcanzan de manera ajustada a cubrir los gastos alimentarios básicos. La idea central es, usando el argumento de Orshansky, que si no es posible decir inequívocamente cuánto es suficiente, debería ser posible manifestar con confianza cuánto es, en promedio, demasiado poco. Se asume, entonces, como estándar mínimo un valor relativo para cada año y lugar: el parámetro de quienes alcanzan de manera ajustada a cubrir las necesidades alimentarias básicas. Por dar un ejemplo, si el grupo de referencia gasta la mitad de sus ingresos en alimentos, la línea de la pobreza se fija, entonces, como el gasto básico en alimentación multiplicado por dos. La pobreza extrema queda definida como el costo equivalente a la canasta básica alimentaria.
Para el diseño de la canasta básica de alimentos recurrimos a los informes de la FAO y la CEPAL dedicados específicamente a la realidad chilena 48 . Hemos considerado la propuesta CEPAL/FAO y diseñado una canasta básica alimentaria con los productos disponibles en los archivos históricos. Nuestra canasta, obviamente, es menos variada ya que debemos limitarnos a la información disponible en las estadísticas nacionales de la época. No obstante, hemos tratado de mantener constantes los requisitos nutricionales mínimos. Para el costo de la canasta, utilizaremos las series mensuales de precios al por menor publicadas por el boletín mensual (Estadística chilena) del INE. Con el propósito de comparar el salario del carbón con el de otros rubros y regiones, se estimará el costo de la línea de la pobreza para cada año que cubre este estudio en las siguientes ciudades: Antofagasta, Santiago y Concepción 49 . La idea es incluir en este estudio comparativo los siguientes rubros: cobre, salitre, manufactura y sectores rurales. Con esta base estudiaremos la pobreza de ingresos en el mundo del carbón con una mirada comparativa y regional. Es importante mencionar que los/as economistas suelen estimar el costo de la canasta en un año base y luego proyectarlo hacia atrás/adelante en el tiempo usando el IPC de alimentación; lo que puede traer complicaciones, pues los productos de la canasta alimentaria y del IPC pueden no ser los mismos. Nosotros, en cambio, estimaremos el costo de la canasta alimentaria y de la línea de la pobreza año a año: realizaremos una ruta larga más propia de la investigación historiográfica. Nos proponemos, por primera vez, analizar la pobreza con una mirada historiográfica y con un enfoque regional.
Para el costo de la línea de la pobreza en zonas urbanas, recurrimos a la estrategia recomendada históricamente por la CEPAL para el caso chileno: multiplicar el costo de la canasta alimentaria por dos 50 . Para el caso de las zonas rurales, siguiendo también los parámetros de la CEPAL, establecimos la línea de la pobreza rural como el equivalente a 1.75 veces el costo de la canasta alimentaria en zonas urbanas 51 . También hemos decidido incluir un menor en el grupo familiar al momento de estimar el gasto de los trabajadores rurales. Es conocido que la cantidad de hijos/as era mayor en zonas rurales 52 , por lo que la comparación de sectores rurales y urbanos en base a un grupo familiar estándar puede traer complicaciones. En todo caso, esta decisión metodológica no deja de ser controversial, ya que si se consideran algunas investigaciones contemporáneas 53 , la cantidad de descendientes debiese ser bastante superior a tres. Pero si elevamos la cantidad de hijos intentando ajustar las estimaciones al promedio real de hijos/as, el resultado son ingresos reales muy por debajo de la subsistencia. Esto nos sugiere que, con grupos familiares numerosos y con ingresos bajos, el costo material y biológico era asumido por mujeres y niños. Las cifras de mortalidad infantil y desnutrición en el campo chileno corroboran esta idea 54 .
Resultados y análisis
En el primer gráfico [ Gráfico 1 ] es posible observar el costo de la canasta básica en Concepción como proporción del costo reportado en Santiago y Antofagasta. Si la línea se encuentra en el valor 1.0 del eje Y, significa que el costo de la vida en Concepción era equivalente al de Santiago y Antofagasta. Si la línea se encuentra en el valor 0.5, el costo de la vida sería equivalente a la mitad. La línea Concepción/Santiago, con un valor de 1.0 al comienzo del período, desciende hasta casi 0.8 a principios de los cuarenta. Entre 1940 y 1955 la proporción se mantiene en 0.8, para luego ascender nuevamente a 1.0, el mismo valor del inicio. Es decir, en casi todo el período que cubre esta investigación, Santiago fue una ciudad más cara que Concepción. Esto parece ser un dato menor, pero en realidad no lo es. Planteamos un ejemplo concreto: en 1946, un trabajador del rubro géneros y algodón 55 vivía con un salario diario de aproximadamente $41.85, mientras que uno del carbón lo hacía con $42.18. Si se utiliza para ambos una línea de la pobreza basada en precios al por menor de la capital ($43.51), como se acostumbra en la historiografía, obtenemos que ambos trabajadores vivían con un salario ligeramente inferior a la línea de la pobreza urbana: un WR de 0.96 para el trabajador de géneros y algodón, y 0.97 para el del carbón. Pero en 1946, la línea de la pobreza en Concepción fue bastante menor ($34.85), por lo que –en realidad– el valor de la fuerza del trabajo en el carbón era mayor: un WR de 1.21. En la primera estimación, el trabajador del carbón resulta ser una persona viviendo en situación de pobreza, mientras que en la segunda –basada en estadísticas diferenciadas regionalmente– el trabajador
del carbón vive con un salario equivalente al 121% del costo de la línea de la pobreza correspondiente a su sector circundante. Las diferencias regionales, obviadas e ignoradas por la historiografía, son relevantes al momento de estudiar el ingreso y la pobreza de ingresos. Con esta información, además, podemos interpretar con mayor profundidad cifras mencionadas en la literatura. Venegas y Morales, por ejemplo, mencionan que, en 1955, un trabajador “firmó su primer contrato para trabajar como apir en el Pique Grande, con un salario de $368 por jornada regular de ocho horas” 56 . Pero ¿cuál era el valor real de esta cifra? Según nuestras estimaciones, el costo diario de la línea de la pobreza el mismo año fue de $375, por lo que el salario del trabajador mencionado era equivalente al 98% del costo de la línea de la pobreza.
El Gráfico 2 muestra los salarios reales de los trabajadores del carbón expresados en WRs. El valor 1.0 equivale al costo de la línea de la pobreza para un grupo familiar estándar de dos adultos y dos menores. Nuestro método, es importante recalcarlo, no se basa en el money price of subsistence de Allen (2001 ) sino en el food share method propuesto por la CEPAL. Por tanto, no es una línea de
subsistencia, como es común en la historiografía económica reciente, sino una línea de la pobreza familiar 57 . Para la Estimación A, hemos utilizado escalas de equivalencia al momento de determinar el gasto familiar 58 . Escalas de este tipo son las que se utilizan en la actualidad en las estadísticas oficiales del Ministerio de Desarrollo Social y Familia 59 . Por tanto, no hemos hecho uso de la propuesta de Allen: multiplicar por tres la canasta básica individual para determinar el gasto familiar. En la Estimación B hemos utilizado el parámetro de estándar mínimo recomendado por el Interdepartmental Committee on Nutrition for National Defence (ICNND) en base a la Encuesta Nutricional Nacional (National Nutritional Survey) llevada a cabo a inicios de los sesenta 60 . Esta encuesta fue la primera realizada a escala nacional, y se basó en información de 278 grupos familiares y 1640 personas distribuidas por todo el territorio nacional. Anteriormente se habían llevado a cabo varias encuestas, pero sin una metodología clara y focalizadas en grupos reducidos de personas 61 . El ICNND recomendó una cantidad diaria de 2800 calorías por adulto varón, 2400 para mujeres no embarazadas ni en período de lactancia, 2000 para un menor de 4 a 10 años y 1300 para menores de 1 a 3 años. Hemos tomado este parámetro y estimado el gasto familiar en base al consumo de calorías del grupo familiar y el costo de la canasta básica alimentaria 62 . El costo de la línea de la pobreza en la Estimación B es un tanto mayor que el de la Estimación A, pues los estándares mínimos del ICNND son más exigentes.
En ambas estimaciones se logran observar claramente cuatro subciclos: (1) uno inicial de crecimiento entre 1932 y 1940, en el que el valor real del salario se duplica; (2) años de estancamiento entre 1940 y 1950, en el que el valor real del salario interrumpe su crecimiento y se mantiene constante entre 1.0 y 1.2 (Estimación A) o entre 0.8 y 1.0 (Estimación B); (3) un segundo ciclo de crecimiento entre 1950 y 1954, menos acentuado que el primero; (4) un período final de decrecimiento entre 1954 y 1960, en el que se retorna a valores proporcionalmente similares a los de comienzos de los cuarenta. Lo primero que sale a la luz al interpretar estos resultados, es que el movimiento obrero de fines de los cuarenta tuvo un impacto significativo en el valor real de la fuerza de trabajo. Como sostiene Venegas, “si bien la derrota fue manifiesta desde el punto de vista de la autonomía del movimiento de trabajadores, hubo logros significativos desde el punto de vista del nivel de los salarios y de las asistencias sociales” 63 . Fue, precisamente, luego de las huelgas iniciadas en 1947 que el salario aumenta hasta superar holgadamente la línea de la pobreza en ambas estimaciones. Si bien el crecimiento fue mayor en el primer subciclo (1932-1940), es importante tener en consideración que estos son los años poscrisis, y que, en realidad, fue un período de recuperación, más que de crecimiento sostenido. Por ende, el crecimiento del período 1950-1954 tiene mayor importancia social y política que el de 1932-1940. Otro aspecto que nos muestra el gráfico es que, en la antesala de la huelga larga del sesenta, el crecimiento obtenido en las décadas posteriores se esfuma. El salario medio del carbón en 1960, en términos proporcionales –es decir, en lo respectivo a la relación entre el ingreso y la línea de la pobreza– era similar al de principios de los cuarenta.
En la Estimación A, el salario del carbón se situó por encima de la línea de la pobreza desde fines de los treinta. En la Estimación B, esto sucede a inicios de los cincuenta. ¿Podemos concluir, entonces, que los trabajadores del mundo del carbón no eran trabajadores pobres? Nuestra respuesta es negativa. Según nuestro método, forzado por la disponibilidad de fuentes históricas, el valor de la fuerza de trabajo depende del gasto familiar. Este, a su vez, depende del número de integrantes del grupo familiar. Grupos más numerosos, en nuestras estimaciones, poseen un ingreso real menor. Una familia de cuatro integrantes gasta menos en sus necesidades básicas de alimentación que una familia de cinco o seis integrantes. En el Gráfico 2, nos basamos en un grupo familiar estándar compuesto por dos adultos y dos menores, pero ¿es este grupo estándar representativo de los trabajadores del carbón? Claramente, no. Las fuentes indican que los grupos familiares, sobre todo a inicios de los cuarenta, eran numerosos. En el contexto del terremoto de 1939, en la Cámara de Diputados se trató el tema de la vivienda en Lota Bajo. El diputado Dionisio Garrido (Partido Democrático) le comunicó a la Cámara Baja que, luego de inspeccionar el lugar, pudo constatar “la forma horrorosa e inhumana en que viven algunos de nuestros conciudadanos […] donde se amontonan ocho o más familiares, en vergonzosa promiscuidad” 64 . El diputado Armando Alarcón (Partido Radical) reiteró esta información, argumentando que “hoy el obrero que es expulsado de Lota Alto, no puede vivir en las casas de Lota Bajo, y por este motivo que casas de dos o tres piezas son ocupadas por 21 personas. En una casa se construyó en el patio un galpón de tres por cuatro metros, y ahí viven seis trabajadores y diez familiares” 65 . A petición de la cámara, el Ministerio de Salud envió un representante para realizar una inspección en la zona. El MINSAL confirmóque “en cada pieza viven entre cinco y quince personas, lo que daría un término medio de diez de las cuales el cincuenta por ciento, o más, son niños” 66 . Por ende, es necesario una estimación que considere grupos familiares extensos. Con este propósito recurrimos a las escalas de equivalencia y la tasa de fertilidad de la época 67 . Los resultados se exponen en el Gráfico 3 .
Como es posible apreciar, si el grupo familiar está compuesto de dos adultos y tres menores, la línea de la pobreza es superada solamente en la primera mitad de la década de 1950. Es decir, precisamente en los años posteriores a “la lucha por los salarios y contra el alza de las mercancías de primera necesidad [que] desembocó en la huelga de 1947 que tuvo por consecuencia la proscripción del
PCCh en 1948” 68 . Si se utiliza como parámetro un grupo familiar compuesto por dos adultos y cuatro menores, la línea de la pobreza logra ser superada solamente entre 1953 y 1957. Si se utiliza grupos familiares acordes a la tasa de fertilidad de cada año, la línea de pobreza es superada a principios de los cuarenta, pero por márgenes poco significativos (entre 1.0 y 1.6). Esta imagen
de la pobreza de ingresos, derivada de grupos familiares de mayor extensión que el grupo estándar, es más congruente con la estructura general de la población. También se ajusta de mejor manera a lo aseverado por la literatura. En términos generales, la investigación muestra que “los sueldos de los mineros eran bajos [y que] era usual que las familias tuvieran pensionistas para así aumentar sus ingresos” 69 . Las autoridades de la época ignoraban “el bajo nivel de los salarios y las inadecuadas condiciones de seguridad en las faenas” 70 . Las actividades mineras destacaban, según Hernán Venegas, “por los grandes esfuerzos físicos de los mineros carboníferos [y] salarios bajos […] si se les compara con los indicadores del costo de la vida, y los peligros que implica el trabajo minero” 71 .
En estudios de la época se reitera esta idea. En una investigación basada en una encuesta a cerca de quinientas familias obreras de Lota a principios de los cuarenta, se concluye que “el consumo efectivo alimenticio por persona es, desde todo punto de vista, insuficiente, ya que el individuo en ningún caso alcanza a consumir siquiera la dosis mínima establecida en la ración alimenticia normal de un individuo” 72 . En otro estudio, llevado a cabo el mismo año, se evidencia que cerca del 27% de los trabajadores carboníferos poseía un salario “que no alcanzaba a subvenir las necesidades primordiales del obrero” 73 . En el informe del MINSAL se menciona la existencia de una práctica recurrente en la zona denominada camas calientes, y que sugiere que los grupos familiares, al menos en Lota Bajo, eran extensos, y que no todos podían acceder a una vivienda: “en la visita se pudo comprobar el uso de la cama ‘por turno’ pues se encontraron obreros durmiendo en el día en camas que se habían desocupado hacia poco sin dar lugar a la menor ventilación de las ropas” 74 .
Como se logra observar en el Gráfico 3 , en 1942, el salario del carbón para una familia con tres menores no superaba el 80% del costo de la línea de la pobreza. Esta cifra desciende a un 70% en el caso de familias con cuatro menores. De acuerdo a los presupuestos básicos del food share method, detallados anteriormente, si un grupo familiar vive con ingresos inferiores a la línea de la pobreza, se asume que parte de sus gastos esenciales en alimentación son derivados al costo de otras necesidades, como vivienda o salud. El consumo no
logra satisfacer las necesidades básicas, por lo que comienzan a surgir efectos en la salud: aumento de la mortalidad infantil, desnutrición, disminución de la estatura, descenso en la expectativa de vida, entre otros 75 . Esto explica que, a
pesar del crecimiento del ingreso real mostrado en el Gráfico 2 , los actores de la época hayan detectado –con bases sólidas– malas condiciones de vida en las familias del carbón 76 . Debido a que el salario medio del carbón, para familias más extensas que el grupo estándar, se mantenía de manera constante en un nivel levemente inferior a la línea de la pobreza urbana, las familias obreras generaban lazos de dependencia con respecto a los beneficios empresariales que complementaban el pago monetario: regalías por hijo/a, educación, entretenimiento y ocio, salud, etc. El valor real de la fuerza de trabajo mantenía la mano de obra arraigada y localizada territorialmente. Se mantuvo a un nivel que representaba un incentivo tanto para trabajadores rurales como para trabajadores de sectores mal pagados de la manufactura, como se expone más adelante en el Gráfico 4, pero hacía dependiente al trabajador de la empresa. Los mismos diputados dieron cuenta de esta actitud servil de la Compañía Carbonífera, específicamente en lo relacionado con el hospital de Lota Bajo. Armando Alarcón sostuvo en el debate que “El Hospital de Lota Bajo no se ha construido porque la Compañía lo ha impedido a fin de imponer el servilismo, a fin de que los que necesiten remedios tengan que llegar de rodillas a solicitarlos, con el sombrero en la mano, como a implorar perdón” 77 .
Hemos mostrado en las páginas anteriores que el salario real crece, pero que no podemos concluir con certeza que los trabajadores del carbón no eran trabajadores en situación de pobreza. Queda pendiente la siguiente interrogante: ¿qué tanto crece el salario medio del carbón con respecto al de otros rubros y regiones? Esta información se presenta en el Gráfico 4 . En cada caso se divide el WR obtenido para los trabajadores carboníferos con el obtenido para otros rubros o sectores. OIT se refiere al salario medio del sector manufacturero según las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo. CSO-SSS corresponde al salario medio derivado de los archivos de la Caja de Seguro Obrero y el Servicio de Seguridad Social 78 . En ambos casos, el WR fue obtenido a partir del costo de la vida en la ciudad de Santiago. Para los salarios del cobre hemos usado el caso de Chuquicamata a partir de Garrido 79 y Casanova & Garrido 80 , mientras que el ingreso del sector salitrero proviene del Anuario
de la Dirección General de Estadística. En ambos casos utilizamos el costo de la vida de la ciudad de Antofagasta para obtener el WR
81 . El ingreso rural proviene del salario promedio estimado por Rodríguez 82 , y el costo de la vida es equivalente a 1.75 veces el costo de la canasta básica alimentaria en Santiago, como recomienda la CEPAL. Como se detalló en la metodología, al momento de establecer comparaciones, se consideró un grupo familiar más numeroso para el caso de los trabajadores rurales 83 .
Al comienzo del gráfico se muestra que, en 1932, el salario del carbón era equivalente a 2.5 salarios del/a CSO-SSS, 0.77 del salitre y 0.8 del cobre. En 1935, en tanto, el salario del carbón era equivalente a 2.8 salarios promedios rurales. Estas cifras comparativas, es importante recalcarlo, surgen del ejercicio de diferenciar el costo de la vida regionalmente, por lo que pueden ser distintas a las estimaciones generales de otros/as analistas que suelen utilizar indicadores nacionales que toman como base al Gran Santiago. La novedad de esta investigación, como se sostuvo anteriormente, es proporcionar líneas de la pobreza diferenciadas regionalmente. El salario medio del carbón se mantuvo equivalente a entre 2.0 y 2.5 salarios medios de los cotizantes de la CSO y el SSS durante todo el período, salvo en la primera década de 1950, cuando comienzan a ser visibles los efectos de la crisis inflacionaria. Esta diferencia tan marcada se debe, probablemente, a que en estas instituciones había cotizantes del agro, con ingresos bastante menores que los de la minería. El salario promedio agrícola fluctúo en todo el período entre 3.0 y 3.5 salarios medios del carbón. Destaca la disminución de la diferencia entre 1940 y 1950, época en que el ingreso rural experimenta un crecimiento real importante. Los trabajadores salitreros poseían un salario levemente inferior a los del carbón a comienzos del período, pero luego el sector del nitrato crece y la diferencia llega su punto máximo a principios y mediados de los cincuenta. En 1955, el salario medio de la industria salitrera llegó a representar 2.5 salarios medios carboníferos. En los años posteriores, sin embargo, evidenciamos la crisis definitiva del sector salitrero. El salario más cercano a la industria del carbón fue el promedio de la industria y la manufactura según la OIT. Se logra observar en el gráfico que la proporción fluctúa entre 0.9 y 1.2 en todo el período, salvo a principios de los cincuenta, en el contexto de la crisis inflacionaria. Con respecto al cobre, podemos observar que el salario carbonífero se mantuvo en todo el período equivalente 0.5 salarios del trabajador de Chuquicamata, con excepción –nuevamente– de los primeros años de los cincuenta, cuando la diferencia se acorta.
Llama la atención que, en 1954, en plena crisis inflacionaria, los trabajadores del carbón hayan obtenido un salario equivalente (1.04) al de los trabajadores cupríferos. Es fácil concluir, en base a las observaciones anteriores, que el movimiento obrero de fines de los cuarenta no solo condujo a mejoras salariales importantes, sino que también representó un resguardo ante la crítica situación
monetaria y política que experimentaría el país en los años posteriores. De hecho, ante la inexistencia de reajustes automáticos acordes al costo de la vida, el salario de los diferentes rubros respondió a las dinámicas políticas del conflicto laboral. Cuando el gobierno intervino, generalmente propuso reajustes cercanos a los establecidos de manera general para el sector privado nacional. En 1957, por ejemplo, luego de una reunión para tratar las huelgas del cobre y del carbón, “se acordó que la solución de este petitorio se encuentre en los márgenes estipulados en la ley de reajustes al sector privado, esto es, en un aumento de un 30,16 por cuento” 84 . Dos años después, el gobierno volvió a proponer un reajuste basado en parámetros similares, el que fue rechazado por los sindicatos. El gobierno y las compañías, en 1959, propusieron:
un aumento general de los salarios y de algunas regalías en 24 por ciento. Los obreros, como se dijo, la desecharon, por estimar que no guarda relación con el alza experimentada efectivamente por el costo de la vida durante el periodo de vigencia del convenio que recién caducó, esto es, desde el 1.o de enero de 1958 al 1.o de enero de 1959. Agregaron que en ningún caso aceptarían un alza de remuneraciones y regalías inferior a un 34 por ciento 85 .
Esta situación fue reiterativa en la década de los cincuenta y muestra que la presión ejercida por los sindicatos tuvo un efecto positivo, aunque insuficiente, en el ingreso real. Los salarios aumentaron a principios de los cincuenta, tanto en términos absolutos como relativos. Pero con el paso de los años, el crecimiento se estanca. A principios de los sesenta se retorna a los niveles existentes durante
la Segunda Guerra Mundial. Los resultados de este estudio nos permiten inferir que las transformaciones en las condiciones de vida en la zona del carbón responden más a las dinámicas del conflicto laboral que a la situación económica de las compañías o la evolución del ingreso a nivel nacional.
Conclusión
El ingreso medio del sector del carbón se duplica en la década de 1930,recuperando y superando los niveles previos a la crisis. Luego, en la década de 1940, el crecimiento se estanca, sin mostrar incrementos significativos hasta inicios de la década de 1950. El alza más importante del período tiene lugar en 1951-1953, en plena crisis inflacionaria y en los años posteriores al movimiento obrero que mantuvo la zona en permanente estado de sitio. Finalmente, en la antesala de la huelga larga de 1960, el incremento experimentado en los años anteriores se esfuma y se retorna a niveles proporcionalmente similares a los de1940. Por tanto, en este artículo se evidencia que el movimiento obrero tuvo unimpacto importante en las condiciones de vida de los trabajadores del carbón. En 1954, el salario medio del carbón era equivalente al de Chuquicamata.
Ahora bien, la evolución del valor real del ingreso no es lo mismo que la pobreza de ingresos. El primer aspecto no necesariamente se encuentra conectadocon una medida de pobreza absoluta, como se hace en esta investigación. Si el parámetro es una familia estándar de dos adultos y dos menores, los trabajadoresdel carbón –en promedio– superan la línea de la pobreza en 1943-1960 o en 1951-1959, según la estimación que se utilice. Si el grupo familiar es mayor, los valores se mantienen por debajo de la línea de la pobreza en casi todo el período, salvo en 1951-1953. Esto significa que el valor de la fuerza de trabajo en el sector carbonífero crece, pero se mantiene levemente inferior a la línea de la pobreza en la mayor parte del período. El modelo desarrollista logra incrementar el estándar de vida del trabajador minero, pero los trabajadores seguían viviendo, a mediano y largo plazo, en situación de pobreza.
En términos comparativos, el sector del carbón no diverge del resto de los sectores. Las proporciones se mantienen similares. El salario del carbón era equivalente, por ejemplo, a la mitad del salario del cobre y tres veces el salario agrícola promedio. Destaca, sin embargo, el incremento, en términos comparativos, experimentado a inicios de la década de 1950. Cuando el resto de los rubros se encontraba fuertemente afectado por la crisis inflacionaria, el sector carbonífero experimenta un alza significativa. Este fenómeno, como señalamos anteriormente, tiene lugar en los años posteriores al movimiento obrero de fines de los cuarenta.
Creemos que los resultados de esta investigación muestran que la situación de la industria del carbón forzaba indirectamente a los trabajadores a mantenerse localizados en la industria. El salario representaba un incentivo para trabajadores rurales, pero no era suficiente para abandonar la situación de pobreza urbana. Por tanto, hacía dependiente a los trabajadores de los beneficios proporcionados por la empresa para complementar el pago monetario y mantenía territorialmente arraigada a la mano de obra. En la minería del norte, la realidad fue diferente, pues, al ser zonas aisladas geográficamente, el arraigo de la mano de obra era menos complejo en términos operativos. Los hallazgos de esta investigación, por lo tanto, muestran que existió una concordancia estructural entre el valor real y comparativo de la fuerza de trabajo y la situación de control y paternalismo evidenciada en la literatura.
Resumen:
Introducción
Metodología
Resultados y análisis
Conclusión