GABRIELA MISTRAL - PABLO NERUDA
Geografía de Chile. Coedición Universidad de Chile
Dirección de bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 1999.

 

Este extraordinario libro objeto es el producto de una publicación conjunta realizada por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, DIBAM y la Universidad de Chile. Fue impreso en noviembre de 1999 por la Editorial Universitaria y sus primeros ejemplares se mostraron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde Chile fue el país invitado de Honor.

El volumen, de 127 páginas, contiene además un disco compacto, realizado por Ramuntcho Matta, titulado "Postales Sonoras de Chile", que realiza un trabajo experimental musical basándose en algunos sonidos chilenos. Los sonidos de este libro son algo que sorprende. Matta, hijo del pintor Roberto Matta, capturó al país acústicamente. Emergen aquí los graznidos de diferentes aves, el retumbar grave de las tormentas, el viento pesado de arena del desierto, el ruido de las olas del Pacífico golpeando el litoral delgado que nos acompaña. Así se completa la imagen multimedial de nuestra nación, en la conjunción de palabra, paisaje y sonido que es este libro prodigioso.

El proyecto inicial fue concebido por Mario Andrés Salazar, de la Biblioteca Nacional, contó con el decidido apoyo de la señora Marta Cruz Coke, a la sazón Directora de la DIBAM, y del Rector Luis Riveros, de la Universidad de Chile. Ambos han aportado con sendas presentaciones al volumen, introduciendo al lector a esta insensata geografía y a esta ingeniosa poesía.

La parte gráfica, por su lado, fue realizada por Manuel Araneda y la producción del libro por Marcelo Mendoza. En estas imágenes trabajaron un conjunto destacado de fotógrafos que recorrieron Chile, con sus lentes agudos, capturando picachos y espumas, sombras y contraluces, en un ánimo de mosaico que compone un friso de colores y volúmenes.

Nuestro país es contruido en este volumen mediante las decenas de fotografías y los poemas de Mistral y Neruda. Tal vez par un chileno se entienda la peculiaridad de un país con forma de espada, que casi se desintegra en su avance hacia el sur, y que nace en el Altiplano y llega hasta las aguas antárticas. Pero para un extranjero esta loca geografía es asombrosa en más de un aspecto.

Todas ests imágenes integran en un solo volumen las diferentes costas nortinas y los litorales sureños, como así mismo la visión de las imponentes montañas y volcanes de un extremo y otro y los suaves lomajes de las colinas. Los ríos chilenos, a veces hilos de agua posibles de cruzar de una zancada, y otras veces causes caudalosos donde casi no se avista la otra orilla, también han sido capturados en este libro.

Somos una geografía humana, social, y también física y material. Nuestras selvas y bosques, nuestras minas y campos, brotan en este libro que fue pensado para dar una imagen de Chile en lo visual, lo auditivo y en lo poético. Así, pues, las fotografías que adornan este libro recorren las diversas geográficas nacionales, de norte a sur, pasando por desiertos, montañas, salares, costas, valles, bosques, ríos, quebradas, lagos, rocas, hielos, sin dejar de lados lluvias,cielos, vientos, nubes. Y también el paisaje humano, la persona que habita y experimenta a Chile, en sus distintos arquetipos, nortinos, central y sureño.

Este libro reune también una fina selección de poemas de nuestro dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Confluyen aquí la poesía femenina y la poesía masculina, la poesía del norte y sur, el polvillo reseco y la lluvia perenne. Dos tipos de poesía, en las cuales se buscó al amante o la amada, se ansió la materia, se poetizó el paisaje, se luchó con el tiempo.

Estos dos autores chilenos permanecen con nosotros a lo largo del tiempo. En películas, libros de ensayos, grabaciones, fotografías, polémicas, se recuperan una y otra vez diversos aspectos de sus vidas y su creación que con su fuerza fundaron nuestro presente señalando también nuestro futuro. Ellos también no solo se asombraron y fascinaron con el polifacético paisaje chileno sino que lo recrearon con palabras, con emociones y con una tremenda imaginación verbal que se concreta en sus poemas a las distintas geografías que componen la polifonía nacional.

Gabriela Mistral define a Chile como un "país de ausencia", caracterizado por la carencia por las cosas que allí se han perdido; Neruda en cambio, lo llama "el cometa marino", integrando lo cósmico y lo oceánico, lo sideral y lo terrestre, en una sola imagen. Se trata de dos imaginarios diferentes, uno nortino y otro sureño; uno del páramo y otro vegetal; uno soleado y otro lluvioso. Así es nuestra geografía poética, de los septentrional al austro.

La Cordillera de los Andes es vista por la Mistral como un "espaldar de fuego", y agrega, "la patria de piedra", enfatizando lo telúrico y lo lítico, mientras que Neruda define como las "mil torres" de las "cordilleras desdentadas". Esta columna vertebral es el objeto más grandioso que compartimos todos los chilenos, junto al océano, naturalmente.

En la visión que ambos poetas tienen del norte del país se destacan las faenas mineras, la presencia del desierto, el calor, la sequedad, la falta de vegetación. La vida la ponen los oasis vivientes que son los seres humanos, los chilenos del norte, altiplánicos y andinos, pacíficos y morenos,reconcentrados y serenos, en su asemejarse de piedra con el contorno: "peñas arrobadas", como dice Gabriela Mistral.

Para Neruda, "el Océano Pacífico se salía del mapa". Desbordabá como gigante los espacios, un "mar mugidor", para Gabriela. Y en el mar está la Isla de Pascua, la rosa separada nerudiana, "el ombligo del mar grande". Un Chile isleño, con una cultura diversa, hablándonos del Pacífico, oceano que marca nuestro clima, nuestra sensación térmica cotidiana. Y aquí está también Valparaíso, "pulga" y "diamante", como señala Neruda, "encendido y rumoroso, espumoso y meretricio", un planeta puerto hecho de cosmos, de bares y estrellas de mar, de jolgorio nocturno y espuma vibrante, hogar de una de las casas del poeta. Aquí uno se pregunta: Además de la escuela de Elqui, ¿donde está la casa de la Gabriela?.

Y dice ella: "No es chileno quien no lleve en sus corvas siquiera cien kilómetros de alameda". El álamo, señalando el cielo, la división entre potreros, se vuelve un signo de exclamación demarcatorio del Valle Central. Y agrega Neruda, complementando y refiriéndose a la ciudad y sus sectores populares: "Casita pobre:/ las gallinas que andan por el patio solo./ La madre que cose". Dos caras del centro de Chile, lo rural y lo citadino, lo creciente y lo que debe mejorarse, el campo y la ciudad, plasmados por la palabra poética que instaura realidades nuestras.

Y dice él: "En Chile no nacen los dioses./ Chile es la patria de los cántaros". Cántaros quebrados en los tambos del Norte, cántaros que cantan con el agua de la lluvia en el Sur, cántaros negros y cafés, cántaros de chicha y de agua fresca de noria que cristalina humedece las manos curtidas del arriero. Y para Gabriela, "todo Chillán es fermento", porque mira el mercado lleno de cuelgas de ajo, pescados ahumados, papas de ojos abiertos que miran al transeúnte asombrado, sillas de paja que esperan ser cálido soporte, mates sonoros y resistentes, manzanas rojas, verdes, amarillas, y por eso hay que ponerle, entre otras cosas, como dice Neruda "Atención al mercado,! que es mi vida".

En el Sur, Gabriela dama por el "Padre mío patagón", reinante en los bosques australes nerudianos mentados como "territorio verde,/pabellón del invierno,! nave! de la fragancia". Y añade Gabriela: "Piedad para estos troncos con miradas,! esta carne con ruego,! para estos robles vivos que enlazados/ de amor, atroz, cayeron". Allí la madera nace y muere, junto a los volcanes y los saltos de agua, en lo más austral de la semilla, y ya en el sur, Neruda pregunta: "Sabes que es verde la neblina a mediodía, en Patagonia?".

Y claro, porque el país de cultura extraña (como decía Gabriela) es un espectro de colores, una suma de olfatos, una multiplicación de sabores, un torbellino de sonidos, todos ellos enhebrados en la aguja portentosa que es la espuma de nieve litoral, incapaz de estar quieta ni un segundo, adversaria de la inmóvil nieve eterna de las montañas. Así acaba Chile, más que con un rugido, con un gemido quebrado en islas como los oasis nortinos. Un país de salitreras, fuentes de soda, fiordos, gaviotas, gavillas, zapatos rotos, enumeraciones incompletas de una dura realidad.

Escasos son los libros donde se unen la Mistral y Neruda. Pocos son los libros donde se integran la Universidad de Chile y la Biblioteca Nacional. Este libro es pues una muestra clara de lo que puede realizarse mediante la conjunción de dos instituciones nacionales al servicio de la cultura y el patrimonio chileno. La Universidad de Chile, creadora y difusora de cultura, y la DIBAM, conservadora y sistematizadora de nuestro patrimonio.

Manuel Jofré