Oficio del Señor Vocal don José Miguel Carrera a Valdivia, contestando el triplicado de sus pliegos, y por evitar que se repitiesen a costa de grandes gastos y fatigas. Contestación de José Miguel Carrera a los pliegos anteriores

 

 

 

Se han recibido en este cantón los pliegos oficiales de esa provincia, en que se anuncian las continuas convulsiones que sufría, el estado decadente y tumultuario de su orden político, y todo el germen de males que brotaban diariamente, y amenazaba con riesgo de la sociedad hasta el 16 de Marzo último, en que esa resuelta y brava oficialidad, con algunos vecinos de honor y de carácter, pusieron punto a la rebelión y a la tiranía, y derribaron con imponencia las testas atigradas que se habían levantado con desdoro y perjuicio de la salud pública. El ejército de este destacamento, en que estoy a nombre de la patria con plenos poderes del gobierno para concluir a todo trance con Concepción en sus desavenencias, y que no se cansará en fatiga continua hasta que restablezca el sosiego, la tranquilidad y seguridad del gran reino de Chile, ha estrechado con los brazos de su deseo a sus valientes compañeros de esa plaza, cuya unión ansían, para que no haya enemigo capaz de erguirse a su frente; ellos se llevan sus votos y su conocimiento, y no pueden menos que electrizarse en el fuego del sagrado patriotismo, cuando vemos que en todos los ángulos de Chile se levanta el grito de la razón, y [se] preparan las armas de la justicia contra la insurrección avanzada de los malvados, que intentaban destruirnos y envolvernos en un millón de desgracias que sucediéndose con rapidez, y de necesidad, iban a quitarnos el más pequeño momento de quietud, y hasta la última gota de sangre insegura, y expuesta en sus manos crueles. La Junta de Gobierno, a quien se han remitido los pliegos, acoge esa ciudad y [a] sus dignos defensores bajo su protección, y ensanchando sus alcances, no le negará todo género de auxilios. Tengan los nobles valdivianos valor y constancia, que todos nos disponemos por ellos. Recibí los anteriores de Valdivia; los remití a la capital para que se enviase su contestación por el Situado, cuyo buque a mi salida ya dejé en Valparaíso para darse a la vela, y ayer tuve noticia que había zarpado del puerto. Por eso se demorará. Pero ello irá a satisfacción de nuestros dignos hermanos. Desde el momento, [en] que los últimos funcionarios tomamos las riendas del gobierno, nada se agitó con igual precisión que la remesa del Situado; así es que su pronta marcha a todo costo ha impedido incluirle las cartas de esta correspondencia. Los valdivianos no perecerán; les llega en tiempo el socorro de su capital; y si alguna vez les causásemos el menor daño por falta de diligencia, o inacción, todos nos cubriríamos de un luto mortífero, mientras sus males no fuesen remediados, y mientras ellos no tuviesen consuelo.


Es sí sensible, que aún no les haya llegado la opinión de la patria. Discordan nuestros pensamientos en el sistema; y Chile, que a toda costa no perdonará medio que conduzca a su regeneración, a su libertad y a su felicidad, sufre con dolor la desgracia de no haber alcanzado con las ideas de su profesión al corazón de los patriotas de Valdivia. La intriga y la infame negrura, y arrojo, con que V.S. asegura habérsenos cortado la correspondencia, son causa de que no seamos exactamente unos en nuestros conceptos, en nuestros deseos, y aún en la preparación de nuestras almas.


El gobierno antiguo del reino está moderado, sucedió a los presidentes de una Junta provisional compuesta de cinco individuos. Este debe ser nuestro sistema, y nuestro orden, mientras se sella el resultado de nuestros movimientos, y somos capaces de poner regularmente por obra nuestras justas empresas; y si fueron irregulares los medios ulteriores de nuestra revolución, todo está enmendado, y las cosas volvieron al principio. Extinguido el Congreso en 2 de Diciembre, hemos vuelto a gobernarnos por una autoridad provisoria, depositada en sujetos de opinión pública, para que tenga tanta mayor actividad y energía, cuanto menor es el número de sus vocales bien escogidos. Somos de ella los señores Superintendente de la Real Casa de Moneda don José Santiago Portales, Presidente; el Coronel de milicias Alcalde Provincial de[l] Ayuntamiento de Santiago, don Pedro Prado Jaraquemada, primer vocal, y yo, José Miguel de Carrera, segundo desde el 2 de Abril en que concluyó el termino de mi presidencia amovible y circular de cuatro en cuatro meses.


Este es el sistema del reino que deseamos abrace la fuerte plaza de Valdivia. Nos son constantes su adhesión a la capital, su decisión por la buena causa, y la oposición constante y firme a las insinuaciones por armarla contra sus hermanos; y no podemos dudar de la generosa condición de sus habitantes, que acaben una obra que empezaron tan dignamente y a costa de tamaños riesgos. Todos los chilenos entonces seremos unos, y Santiago no estará satisfecho con bien alguno, mientras no sea partido con los nobles valdivianos.


Hoy ha sido un día feliz a Chile, y precursor seguramente de mejores sucesos a la patria. En el momento [en] que se retiran las tropas de ambas riberas de[del río] Maule a sus cuarteles, se aclara el horizonte de los espantosos prestigios de la guerra, y se remite a conferencias de la razón sola el resultado de las desavenencias de la Junta de Concepción, y su reconciliación; se recibió el segundo chasque [28] confirmatorio de lo sucedido el 16 en esa ciudad. En un momento se repiten avisos de su conmoción por nosotros, y contra nuestros imaginados enemigos; y en el mismo estos se dan a partido; vamos sin armas a conferencia de los derechos, y se deshace el formidable ideado coloso de nuestra guerra civil; preciosos instantes que amagan el principio de nuestro bien y de nuestra reunión; ¡nunca se desmientan con los hechos que siguen, y las ocurrencias posteriores hagan cierto el presagio de felicidades que ya creo seguras!


El reino, por temperamento, por constitución y por [la] índole de sus habitantes, es destinado al hombre para un goce completo de todas las delicias y quietud de que es capaz la vida humana; y cuatro faccionistas arrojados no son bastantes a alterarlo todo y a conmovernos, sino de la más justa indignación e ira contra sus impotentes tiranas intenciones. Me revisto, y nos cubrimos todos de la mayor y más debida, que cabe en el corazón racional, desde que leí en los partes del suceso de 16 de Marzo, que se había pretendido sorprender y obligar déspota, y negramente los ánimos por medio de un bando infame y original, producción del partido indecente y servil, a proclamar y establecer una obediencia ciega a don Juan Rozas [29], como Presidente absoluto de Chile, presidencia que mientras vivan los generosos chilenos y en sus circunstancias, no ocupará uno, ni se depositará en otros que los que se lleven la confianza justa y entera del reino, aclamada sin tumulto de un modo legal y con libertad absoluta. Entonces se levantará testa que nos subyugue, cuando a exánimes nuestros cadáveres establezcan en este suelo la mansión horrible de la soledad, de la muerte y del espanto; nuestras sombras serán dominadas, si hay quien pueda, pero no nuestros ánimos. Lo juro por cuanto hay más sagrado en la religión eterna, y lo juro en eco de más de un millón de hombres.


Pero separamos de nosotros ideas impotentes que solo sirven de alarmar nuestras intenciones para un caso que no ha de venir. Cuanto he hablado en lo demás, lo protesto a esa provincia bien convencido del proceder y pensamientos de la Junta del reino. Hablo en voz de ella, que reiterará muy luego de su puño las lecciones de este papel. Si conforman con ellas los de los habitantes de Valdivia, espere esa porción preciosa de nuestra familia y de nuestros hermanos todos los bienes de que es capaz la unión, y que ella sola puede producir. Yo no dudo que bajo tales calidades quedemos unos perpetuamente, y se apruebe todo lo hecho, en cuyo dulce momento sólo nos resta encargar la mayor vigilancia sobre los malos, y que prosperen el sistema y todos los autores de la reforma de 16 de Marzo sobre toda clase de felicidades, que les deseo por la patria, para la libertad, y en su nombre.


Dios guarde a V.S. muchos años. Talca, Mayo 5 de 1812.


José Miguel de Carrera
Manuel Javier Rodríguez, Secretario.


Al Gobernador, vecindario y tropa de Valdivia.


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[28] Mensajero (N. del E.).
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[29] Juan Martínez de Rozas (N. del E.).
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