Sin título ["El siguiente discurso nos manifiesta la actual situación...") Inserta discurso del Presidente de los Estados Unidos, James Madison, al Senado y Cámara de Representantes, relativo a las relaciones exteriores

 

 

 

El siguiente discurso nos manifiesta la actual situación política de los Estados Unidos de Norte América. Se ha traducido a todas las lenguas, e inserto en todos los periódicos. Además de la importancia de los asuntos que comprende, es apreciable por el carácter y elocuencia de su autor, que pasa por la mejor pluma de aquel país. Fue remitido de Washington a Philadelphia, distancia de 150 millas, y llegó en nueve horas el día 5 de Noviembre ultimo. Él es un cuerpo de lecciones para nosotros.


Razonamiento del Presidente de los Estados Unidos al Senado y Cuerpo Representativo.

Conciudadanos:

Ha sido preciso convocaros antes de lo que convendría a vuestra comodidad; es necesario proponer a vuestra consideración el estado de nuestras relaciones exteriores, y fijar el tiempo presente a la reunión del Congreso para desenvolver la política de las potencias beligerantes respecto a este país, lo que unirá más los consejos nacionales en las medidas que debemos adoptar.


Al terminarse la sesión pasada del Congreso se esperaba que las confirmaciones sucesivas de la extinción de los decretos franceses, en cuanto violaron la neutralidad de nuestro comercio, hubiesen inducido al gobierno Británico a revocar sus ordenes, y que removiese los obstáculos existentes entre su comercio y el de los Estados Unidos. En lugar de este paso tan razonable hacia la satisfacción y amistad entre las dos naciones, las ordenes existen, y se ponían en más rigurosa ejecución al momento mismo en que se esperaba se revocasen y se comunicó por medio del enviado británico recién llegado, que mientras negaban la revocación de los edictos franceses (comunicada de oficio al gobierno británico) era una condición indispensable para la revocación de las ordenes británicas que el comercio fuese restituido a un pie tal que admitiría las producciones y manufacturas inglesas, siendo de propiedad de neutrales en las plazas y mercados cerrados para ellas por el enemigo, dando a entender a los Estados Unidos que entre tanto la continuación de su acta de non importación conduciría a medidas de venganza.


Pareció que la comunicación al gobierno británico de la nueva evidencia de la revocación de los decretos franceses contra nuestra neutralidad, era seguida por una intimación remitida al Ministro británico para que recibiese una consideración en las discusiones actuales. Parece que no se ha recibido esta comunicación.


En lugar de establecer una actual revocación de las ordenes, o alguna seguridad de su revocación, no nos permitía esperar alguna variación en el gabinete inglés. Es pues nuestra obligación aguardar, y recibir con cordialidad pruebas satisfactorias de una variación semejante, y proceder entre tanto adaptando nuestras medidas a las miras que se han manifestado.


Al manifestarse el espíritu de enemistad, se miró con desprecio la indemnización y satisfacción de los agravios que recibimos, y nuestras costas y puertos fueron testigos de escenas no menos derogatorias de nuestros más caros derechos nacionales, que perjudiciales y funestas al curso regular de nuestro comercio.


Entre las ocurrencias producidas por la conducta de los bajeles británicos de guerra que se acercaron a nuestras costas, está el combate entre uno de ellos y la fragata americana mandada por el Capitán Rodgers, combate inevitable para este por un fuego comenzado sin causa por el Comandante británico, que solo es responsable de la sangre desgraciadamente vertida por sostener el honor del pabellón americano. El proceder del tribunal a quien recurrió el Capitán Rogers [SIC] se ha publicado juntamente con la correspondencia relativa a las ocurrencias entre el Secretario de Estado, y el enviado de Su Majestad Británica. A esto se ha unido la frecuente correspondencia sobre las ordenes británicas y la correspondencia relativa a las Floridas, de lo cual se enterará el Congreso, igualmente que de la interposición que el gobierno de la Gran Bretaña ha juzgado conveniente hacer acerca de los procedimientos de los Estados Unidos.


La justicia y rectitud de nuestra conducta para con la Francia, antes y después de la revocación de sus decretos, autorizaba la esperanza de que su gobierno quisiese seguir el proceder que se debía a nuestras razonables pretensiones, y que dictaban las proposiciones más amigables. No obstante aún no ha mostrado intención de reparar las injurias hechas a los Estados Unidos, y particularmente de reparar los grandes menoscabos de las propiedades americanas condenadas en fuerza de edictos que aunque afectaban a nuestras relaciones neutrales, y por tanto no incluyen respecto alguno con los intereses de las potencias beligerantes, se fundan en principios tan injustos, que debían tener una reparación pronta y amplia.


En atención a estas y otras pretensiones de estricta equidad respecto a aquella nación, los Estados Unidos no pueden estar satisfechos con las restricciones opresoras e inesperadas con que se ha entorpecido su comercio en el imperio francés, y si ellas no se suspenden se impondrán por lo menos iguales restricciones a la importación de las producciones francesas en los Estados Unidos.


Sobre todas estas materias lleva consigo las instrucciones necesarias nuestro Ministro Plenipotenciario, que ya partió para París: el resultado se os comunicará, y cerciorándonos de las miras políticas del gobierno francés para con los Estados Unidos, os hará capaces aquel conocimiento de descubrir cuál conducta debamos seguir respecto a la Francia.


Nuestras restantes relaciones exteriores permanecen aún en un pie favorable. Con Rusia conservamos estrecha amistad. Los puertos de Sucia dan pruebas de disposiciones amigables hacia nuestro comercio, y lo mismo hace el consejo de aquella nación. Los informes de nuestro Ministro especial acerca de Dinamarca aseguran que su misión se ha oído con aprecio hacia nuestros ciudadanos, cuyas propiedades se han violado y peligrado tanto por los corsarios bajo la bandera danesa.


En medio de los ominosos signos que llamaron vuestra atención, es un deber mío exponeros los medios confiados al Ejecutivo para proveer a la seguridad general.


Las obras de defensa en nuestras fronteras marítimas se han proseguido con gran actividad, atendiendo a las más importantes; y como particularmente acomodadas a las salidas y ocurrencias, una porción de lanchas cañoneras se hallan listas para el caso.


Los buques de guerra que estaban antes en comisiones, con adición de una fragata, tienen por ocupación principal guardar nuestras costas. Se han dado semejantes disposiciones acerca de las fuerzas de tierra, de las que nos prometemos servicios más apropiados e importantes. Se incluye en estas disposiciones la fuerza que consta de los veteranos, y de la milicia, y que marcha hacia la frontera del Norte en el territorio de los indios. Este paso se ha hecho indispensable por los frecuentes asesinatos y depredaciones cometidas por ellos, y principalmente por las preparaciones amenazadoras y el aspecto de combinación de ellos y de los Wabashes por la influencia y dirección de un fanático de la tribu de los Shawanes. Exceptuando a éstos, las restantes tribus indianas conservan hacia nosotros sus disposiciones pacíficas y prosigue su  antiguo trato.


Es preciso añadir que ha llegado el período que exige del cuerpo legislativo, custodio de los derechos nacionales, un sistema más extenso de cálculo y providencias para conservarlos. Sin embargo de la escrupulosa justicia, larga moderación, y multiplicados esfuerzos de parte de los Estados Unidos a fin de que a los peligros de la guerra suceda la paz de ambos mundos, y para que la felicidad pública se restablezca por la amistad y 1a confianza, hemos visto que el gabinete británico persevera no solamente en rehusar impedir los agravios representados tan altamente, sino aún en su ejecución, manifestando a los umbrales de nuestro territorio medidas que tienen el carácter y aún el efecto de una guerra a nuestro comercio legítimo.


Con la evidencia de esta inflexibilidad hostil, y al ver conculcar unos derechos que no pueden ser abandonados por una nación independiente, el Congreso palpará la obligación que le incumbe de poner estos estados en la respetable aptitud que corresponde a la actual crisis y al espíritu y expectación nacional.


Yo pues, os encargo que deis providencias oportunas para que se completen y aumenten los regimientos de tropas regulares; para que los alistamientos de la fuerza auxiliar se hagan por tiempo más limitado; para que se acepten los cuerpos voluntarios, cuyo ardor patriótico solicita participar de los trabajos y peligros; para que se ejerciten los grandes cuerpos de estas milicias. Esta es ocasión de recordaros la importancia de los Seminarios Militares, que en todos los casos pueden formar una parte estimable y frugal de nuestras fuerzas.


La fábrica de cañones y demás armas, ha seguido con suceso feliz: los depósitos y recursos son suficientes para todas las urgencias. Con todo, convendrá que el Congreso ordene su aumento.


Un asunto digno de vuestra atención es nuestra fuerza naval sumamente necesaria. Yo sujeto al juicio del Congreso señalar el tiempo oportuno para el aumento de unos materiales permanentes por su naturaleza, y que no se obtienen de una vez.


Al contemplar las escenas que distinguen la interesante época presente, y que llaman nuestra atención, es imposible prestar todo el cuidado que exigen las que se desenvuelven por sí mismas entre las grandes comunidades que ocupan la porción meridional de nuestro hemisferio americano, y que se extienden a sus vecindades. Una filantropía extensiva y una ilustrada prudencia concurren a imponer al Congreso nacional la obligación de tomar un interés profundo en sus destinos; de abrigar sentimientos recíprocos de buena voluntad; de observar el progreso de los acontecimientos, y no esperar sin prevención cualquiera orden de cosas que se establezca últimamente.


Entre otras materias que apremian más inmediatamente vuestras deliberaciones está el asegurar por una saludable policía a nuestras manufacturas el próspero suceso que han alcanzado, y que aún van obteniendo cuanto permite el influjo de unas causas no permanentes, y proporcionar a nuestra navegación la extensión que le han limitado los reglamentos injustos de las potencias extranjeras.


Además de exonerar nuestras manufacturas de aquellos sacrificios que la variedad de las circunstancias ha inducido, requiere el interés nacional que a lo menos con respecto a aquellos artículos indispensables para nuestra defensa, y que además son de primera necesidad, no quedemos en una necesaria dependencia de auxilios extraños.


El ingreso en la Tesorería en el año pasado hasta el 30 de Septiembre ha excedido la suma de trece millones y medio de pesos fuertes, la que ha cubierto todos los gastos, incluyendo el pago de los intereses de la deuda pública; y se han reembolsado más de cinco millones de pesos del principal, sin recurrir el empréstito autorizado por el acta de la sesión última. El empréstito temporal que se obtuvo el pasado año de 1810, se ha satisfecho, y este reembolso no entra en esta cuenta.


La disminución de las rentas públicas, siempre proporcional al estado del comercio, y los gastos extraordinarios, debe ocupar vuestros cuidados, y exige que extendáis vuestras miras para lo futuro.


No puedo concluir este razonamiento sin expresar que concibo una idea profunda de la importancia de la época de que os he convocado, y sin manifestar mi confianza de que el resultado de vuestras deliberaciones será sabio y honorable, y sin aseguraros que mis deberes cooperativos se ejercerán con celo y fidelidad, invocando al mismo tiempo las bendiciones del cielo para nuestra amada patria, y para todos los medios que puedan emplearse para vindicar sus derechos, y extender su prosperidad.


Jaime Madison.


Washington, 5 de Noviembre de 1811.