LA ORACION DEL DIA

 

Piedad, piedad, Señor, para con los que han perdido su conciencia de clase y sólo esperan el perdón de sus errores en la acción bienhechora del nuevo Mesías... Perdona, Señor, a los políticos cobardes y envilecidos que, ante el sable insolente de los uniformados, no fueron capaces de defender como hombres el teatro de sus impudicias y latrocinios. Piedad para con los terratenientes ignorantes y orgullosos! Que en sus venas cir­cula el viejo espíritu castellano, católico y feudal, junto a la barbarie, la pereza y la crueldad de sus abuelos pehuenches y picunches. Perdona a los espíritus infatuados que se creen poseedores de la fórmula para llegar a la felicidad! Perdona a los pobres de espíritu y a los blandos de corazón! Piedad; piedad, Señor, para con los jue­ces de nuestra tierra, que sirven a Dios y a Satán cuando Dios y cuando Satán se turnan en al poder! Piedad para con ellos que sirven, defienden y halagan a lo s poderosos para asegurarse un mendrugo de pan en el festín de los baltasares! Perdona, Señor, a los periodistas, eternamente obligados a mentir. Perdona a los ciegos que no quieren ver, a los hombres poseídos por el orgullo, el desprecio y la vanidad! Piedad, Señor, para con los rentistas y los frailes, las damas honestas y las prostitutas, para los que fomentan el odio troglodita hacia los pueblos vecinos, para con los que se revuelcan en una vida de placeres y de molicie, de lascivia y de lujuria! Pero, ten piedad también, Señor, con la muchedumbre gris y miserable cuando mañana descienda, del arrabal, del bosque y de la montaña, en son de guerra, de venganza y de furor! Perdónalos, Señor, cuando levanten la barricada, cuando siembren el caos, la miseria y el horror. Han sufrido demasiado en sus covachas, en los talleres, en la pampa y en la mina. Y en ese día su corazón estará henchido de malas pasiones, de sed de venganza, de sensualismo, codicia y espíritu rapaz... Para ese día aplaca, Señor, tus iras. Y haz que la revuelta de los hambrientos, de los miserables y de los parias, sea más clemente, más piadosa, más humana. Perdona, entonces, a la horda de miserables, y ten piedad, piedad, Señor!

FRAY ANGÉLICO.