APRECIACIONES

CONTRA LA IGLESIA Y EL ESTADO

Algún camarada buscador de causas ocultas ha creído dar con una en cierta acción desarrollada por “Claridad”. Esa cierta acción no es otra cosa que la campaña anti-católica iniciada por algunos de los colaboradores. Según el mismo avisado compañero los colaboradores en cuestión estarían bajo las ordenes de los políticos y quizá si de los masones. Ahora si lo afirmado no fuera cierto, por lo menos se puede decir que los políticos serán los únicos que usufructúan de la campaña. Todos los que conocen “claridad” casi desde sus comienzos, comprenderán hasta que punto es peregrino establecer cualquier concomitancia entre ella y los políticos. Si “claridad” tiene alguna característica es precisamente la de ser un órgano antipolítico en su más completo sentido. Ahora respecto a los razones, le regamos a quienes lo deseen que revisen la colección. Nuestro periódico no les ha reconocido jamás ninguna importancia y nunca los ha reverenciado. Nosotros también somos partidarios de “vivir a las claras”.

Talvez los políticos aprovechen nuestra campaña; pero eso a nosotros nos tiene sin cuidado. Y en todo caso no podríamos impedirlo. Cuando se realiza alguna acción social se tiene en cuenta lógicamente el beneficio de muchos y en algunos casos, el perjuicio de muchos.

Desde nuestro punto de vista separar la iglesia del estado es distribuir al debilitamiento de ambos. La iglesia sin la poderosa ayuda que hoy tiene se vería en la disyuntiva de retornar al cristianismo o de renunciar al porvenir.

Mientras la iglesia tenga entrada a las escuelas, los hospitales, y cuarteles será una institución invulnerable; pero cuando desaparezca este privilegio no tendrá mas compañía que la que pueden ofrecerle las damas ancianas y los jóvenes para quienes la libertad de espíritu es un entretenimiento de pobres diablos.

Y el estado convertido en una organización puramente administrativa, estará mucho menos inmunizado para salir airoso de la crítica fulminante y continua que le dirige la oposición. Es un motivo de honesto regocijo para los que compartimos este punto de vista, saber que nuestro propósito rompe los muros salva las montañas y encuentra repercusión en el espíritu de todos los hombres que viven dentro de la nación.

LA POLEMICA Y LA OPORTUNIDAD.

El martes pasado, el señor Marcial Lisperguer, polemista y demócrata, publico un parrafito en “la Nación” diciendo que el era capas de probar que las ideas de González Pacheco no eran apropiadas para Chile. Y terminaba desafiándolo a una polémica. Nosotros estamos seguros de que el señor Lisperguer habría cumplido su propósito ya que todo se puede probar. Por lo demás un buen polemista tiene siempre la razón. Lo único sensible en este caso es que el espectáculo no se podrá efectuar porque González Pacheco ya esta en su país. Si el señor Lisperguer además de polemista fuera oportuno, habría aprovechado para formular su proposición cualquiera de los sesenta o mas días que González pacheco permaneció en Chile.

LA OBLIGACIÓN DE RECORDAR.

Vivimos en el imperativo de la obligación sobre nuestras cabezas. Por obligación tenemos una patria determinada, una organización que nos revienta y un racimo de impuestos; por obligación debemos ser optimistas con la contemporánea realidad y deberíamos también reverencia a los muertos, tanto a los que murieron por enaltecer la vida como a los que pretendieron extinguirla. Y fuera de esto, todavía tenemos la obligación de abandonar la herramienta y de predisponernos a la evocación cuando el calendario lo indica. ¡Y esto ocurre tan a menudo!. Si tuviésemos que evocar a los que amábamos, a los que hicieron un trecho de camino a nuestro lado, a los que compartieron nuestro fervor ideológico, se justificaría el aniversario; pero así no es. Nuestra conciencia tiene que proyectarse sobre figuras ficticias, sobre santos y carniceros.

¿Qué provecho espiritual nos reporta el devenir anual de Cristo? ¿Acaso constatar que los que se proclaman sus discípulos lo siguen traicionando? O talvez ¿verificar una vez mas la distancia que media entre sus mejores ideas y nuestros mejores actos. Son inútiles los recuerdos. La vida porque si nos aleja de los muertos. Caminamos en la noche . Y aunque nuestros ojos se fatigan en la escudriñación, nuestros pasos son inseguros y tímidos como que siempre vamos pisando tierra nueva. Ahora si entramos en una zona menos pura, menos universal; si nos situamos dentro de las fronteras y nos echamos encima un hecho concreto, material absolutamente como, por ejemplo, la pasada guerra, arribamos a la misma conclusión. Esa guerra acabó definitivamente con las virtudes que distinguían a los oligarcas. La guerra dejo un montón de riquezas; Pero apago el espíritu de trabajo, disolvió la honradez y transformo la sobriedad en orgía. No sirve volver atrás. Nada tenemos que aprender del pasado. Vivimos esta hora de hoy espontáneamente y con plenitud. Y si necesitamos mirar no emporquemos nuestras miradas en lo que esta más allá de nuestras espaldas miremos hacia el camino apenas perfilado, proyectémoslo hasta la lejanía más distante, llenémoslo de oasis, endulcémoslo con undulaciones y sinuosidades.

González VERA.