panorama europeo

El asunto de las deudas y reparaciones de guerra continúa siendo un punto central en que chocan los intereses de las grandes potencias. El Comité Consultivo del Banco Internacional de Reparaciones, compuesto por técnicos financieros de los principales países deudores y acreedores, acaba de aprobar un informe en el que establece la necesidad de ajustarse a la actual situación económica del mundo. El plan Young está calculado en una época muy diversa y sus estipulaciones no pueden cumplirse en las presentes condiciones. La moratoria Hoover ha sido sólo un alivio pasajero, y Alemania no podrá reanudar sus pagos en Julio del año próximo. No se logrará el resurgimiento de la economía mundial mientras no se haga un reajuste de las reparaciones y deudas de guerra. Estos son, en síntesis, los acuerdos principales del informe. En cierto modo, representan la oposición europea frente a Estados Unidos, el acreedor común de vencedores y vencidos en la última gran guerra. Los financistas y gobernantes de Europa no disimulan sus escasos deseos de pagar las deudas de guerra al acreedor norteamericano, y el informe que comentamos viene a robustecer su posición con la autoridad de los técnicos financieros. Si Alemania no puede seguir pagando las reparaciones, es evidente que Francia, Inglaterra y demás países vencedores, no pueden tampoco pagar a Estados Unidos las deudas de guerra. Mientras tanto, y casi simultáneamente con las sesiones del Comité Consultivo, el Congreso norteamericano ha afirmado con más claridad que nunca su posición de aislamiento anti-europeo. Se aprobó la moratoria de un año concedida por el Presidente Hoover, con la declaración expresa de que no se aceptarán nuevos aplazamientos ni rebaja alguna en las deudas de guerra. Algunos congresales han criticado a Hoover con acritud por haber procedido inconstitucionalmente y, sobre todo, por haber perjudicado a los norteamericanos en la suma de doscientos cincuenta millones de dólares, que es lo que significa en dinero la moratoria. Además del interés inmediato que tienen los capitalistas yankees en que se sigan cobrando las deudas de guerra, hay, se nos ocurre, otro móvil que determina la intransigencia del Congreso. Cualquiera facilidad que se conceda a las potencias deudoras permitiría a éstas intensificar la sorda lucha que mantienen con EE. UU. por la posesión del mercado mundial. El Senador republicano por Nueva York, Mr. Bernard Mac Fodden, ha expresado esto mismo de manera muy explicita al declarar que “Gran Bretaña y otros países europeos se esforzaban por aprovecharse de la situación presente para mejorar su comercio mundial, especialmente en la América del Sur”. La próxima Conferencia Internacional de Reparaciones, si es que se realiza, será un choque a fondo de intereses divergentes. Y, de seguro, esta lucha de egoísmos antagónicos no producirá ningún alivio apreciable en la obscura situación del mundo. Junto con aumentar las dificultades económicas alemanas, aumenta también la fuerza política del fascismo. Hitler ha asegurado que tendrá el poder antes de tres meses y resulta difícil decir si está o no equivocado. Pero es muy sugerente que Rusia mantenga conversaciones con Francia y Polonia, a fin de firmar pactos de no agresión con ambos países. Este inesperado acercamiento ruso hacia dos naciones fundamentalmente enemigas, es, con seguridad, una maniobra diplomática para hacer notar a Alemania que el triunfo del fascismo le haría perder la ayuda de Rusia. Y no sólo esto, sino que el Gobierno proletario está dispuesto a pactar con los enemigos de Alemania, los cuales, a su vez, no vacilan en aceptar la desagradable amistad rusa ante el peligroso resurgimiento del nacionalismo alemán.

S. U. C.