COSAS DEL DIA

La libertad no es la civilización, pero es su instrumento. – Gabriel Alomar.

Los dos casos. A mediados del año pasado el profesor universitario, don Carlos Vicuña Fuentes, manifestó en el directorio de la Federación de Estudiantes de Chile su deseo de dar solución al problema pendiente con el Perú, entregando a esa República los departamentos en litigio, sin olvidar la cesión de Tarapacá a Bolivia, a quien corresponde una salida al mar, indispensable para su vida organizada. Recientemente, en una entrevista que publicó un diario de la mañana, el profesor universitario don Guillermo Guerra dijo que se debía resolver el problema de Tacna y Arica por la entrega, sin retribución, de esos territorios, no a sus antiguos poseedores, sino a Bolivia, resolución que traería el fin del hondo litigio por la cesión de la cosa disputada a quien más la necesita. Como no se habrá olvidado, don Carlos Vicuña Fuentes, después de muchas vicisitudes, fue exonerado de sus cátedras –latín en el Instituto Pedagógico y castellano en el Nacional.– Con respecto a don Guillermo Guerra se suscitó en el Senado un debate que terminó rápidamente, y al fin de todo, ha continuado en el ejercicio normal de sus funciones didácticas.

Las cartas Cuando comenzó el desgraciado incidente que se finiquitó con la exoneración de don Carlos Vicuña Fuentes, este dirigió al ministro de Justicia e Instrucción Pública de aquel entonces –don Tomás Ramírez Frías– una carta destinada a desvirtuar una información que este había lanzado en su deseo de hallar una salida al asunto. Dicha carta fue considerada como insolente, complicándose en tal forma la situación que más de alguien ha dicho que si no es por esa carta, Vicuña Fuentes estaría aún haciendo sus clases. El profesor don Guillermo Guerra también dirigió una carta a uno de los ministros –a don Ernesto Barros Jarpa, explicando en ella, según decían los diarios, su actitud; de su lectura se desprende que el señor Guerra mantiene sus conceptos sobre la cuestión internacional, o sea, la entrega de Tacna y Arica a Bolivia. Ambos documentos, es natural, como pertenecientes a personas muy diversas en lo ideológico, son desemejantes: en el suyo don Carlos Vicuña afirma soberbiamente su independencia de criterio y aparta de su figura la inculpación de oportunismo que podía haber producido atribuirle el distingo entre emitir opiniones y autorizar su publicación; don Guillermo Guerra, en cambio, introduce en el documento, una sombra levísima de oportunismo al expresar que la solución por él propiciada deberá postergarse hasta después de la poco probable aveniencia de Chile y Perú en Washington.

El profesorado de Chile Cuando se trataba del caso de don Carlos Vicuña Fuentes, una asamblea de profesores de todos los ramos de la enseñanza manifestó su protesta por la injuria que se quería inferir (y se infirió) a los maestros del país con las medidas que el gobierno anunciaba tomar. Pero, en general, los profesores se produjeron débilmente, y el atropello pasó adelante, sin mayores dificultades. Pero en el caso del señor Guillermo Guerra cualquiera creería que han actuado fuerzas nuevas, desconocidas u ocultas que en el caso de don Carlos Vicuña no entraron en juego. La opinión del profesorado se ha manifestado claramente en favor de la más completa libertad de opinar para los maestros, según se desprende de las publicaciones hechas por don Alcibíades Roldán y el conjunto de los colegas del señor Guerra en la Escuela de Derecho. A este propósito ha llamado la atención la doblez criminal, la bajeza y la indignidad de don Guillermo Subercaseaux, quien ha aparecido como un denodado defensor de la libertad de opinar del profesorado, en el caso del señor Guerra. Nadie podrá olvidar la saña imbécil, el ardor energuménico del señor Subercaseaux en contra de Vicuña Fuentes. La actitud de hoy es totalmente diversa. ¿Qué es lo que ha hecho cambiar tanto en menos de un año al sabio economista.

Balance El caso de don Carlos Vicuña Fuentes es exactamente el mismo que el de don Guillermo Guerra, y si alguna diferencia pudiera existir entre ambos, sería esta: el primero expresó que se debía devolver Tacna y Arica a su antiguo poseedor, mientras que el segundo dijo que se debía entregar sin indemnizaciones a una nación ajena aunque relacionada muy directamente con los actuales pleiteantes.... Sin duda el criterio del señor Guerra es más extremo, en el fondo que el de don Carlos Vicuña. Pero el asunto parece no haber sido visto así por el gobierno, ya que para uno hubo dura sanción y para el otro no ha habido ninguna. ¿Qué influencias inconfesables han actuado? Como palabra final queda por manifestar que el gobierno de Chile ha dado en estos casos muestras de una abominable duplicidad que no podría tener otra explicación que la de las influencias extraoficiales que se ejercen en las esferas gubernativas en ciertas ocasiones calificadas: primero exonera en forma violenta, brusca, descomedida –y por de pronto ilegal– después contemporiza, atenúa, manifiesta espíritu liberal y atiende a las leyes que antes había o desconocido o mal interpretado. El gobierno, podemos decir, está en la obligación de restituir a sus cátedras al actual estudiante de primer año de Medicina don Carlos Vicuña Fuentes, o a destituir prontamente a don Guillermo Guerra. Si no hace una de estas dos cosas (a su elección...... ), ya no se podrá ver en su acción la presencia sostenida de un espíritu consecuente y armónico, sino la arbitraria voluntad que lleva a los hombres o a las instituciones representativas a tomar medidas faltas de congruencia y de continuidad, a las que llama el vulgo «palos de ciego».

RAÚL SILVA CASTRO.