La Aristocracia y la Especulación juzgadas por un aristócrata especulador.

Discurso pronunciado en la sesión del 4 de Junio por don Ricardo Valdés Bustamante, senador por la provincia de Cautín, crítico literario, corredor de la Bolsa de Comercio, y otras cosas...

«Los niños suelen levantar, por diversión, una baldosa de patio antiguo, para dejar en descubierto baratas, chanchos de tierra, cucarachos y otros bichos asquerosos que huyen despavoridos a ocultarse en las rendijas de las losas vecinas.» «Algo análogo ocurre con la falencia fraudulenta del Banco Popular: quedan expuestos a la vindicta pública estafas, fraudes y chanchullos de variado género que producen asco en los ánimos íntegros, en los espíritus legítimos.»

«Básteme decir a la Honorable Cámara que conozco dos documentos de este Banco llamado “Popular”, a favor de dos personas desprovistas de fortuna, por más de un millón de pesos cada uno, el primero con una garantía depositada por el mismo Gerente, que desapareció después de manera clandestina, con engaño, del complaciente deudor, y el segundo, ¡sin ninguna garantía!» «Pero no es esto lo más grave del caso. El producto de esos préstamos cuantiosos no fué usufructuado por los firmantes de los pagarés, ni pasó siquiera por sus manos de paloblancos. No, señor, el Gerente dispuso de él para cancelar compromisos anteriores¡...»

«Honorable Presidente: yo no quitaría tiempo al Senado por éstas observaciones sobre un asunto entregado a la justicia, si no se tratara de un fraude en que tienen culpa directa o indirecta varias personalidades de nuestra sociedad, de abolengos y caudales.» «Conocidas son, puesto que las expreso constantemente por la prensa y desde esta tribuna, mis ideas oligárquicas. Está a la vista como he campeado en defensa de nuestra aristocracia cada vez que ha sido atacada sin razones de justicia.» «Ahora bien, señor: si las clases altas quieren tener personeros de mi estilo en el Congreso, que se expongan a campañas electorales llenas de peligros, que atraigan sobre sus cabezas los odios de los elementos subversivos, y que sacrifiquen la atención de su peculio a una desinteresada labor parlamentaria en pro de los ideales tradicionalistas, es preciso que ellas correspondan a estos esfuerzos con una absoluta corrección de procedimientos, con la más nítida honradez.» «No ha sucedido así, por desgracia, últimamente.» «En el espacio de diez meses, se produjeron: la canallesca estafa de Domeyko, los fraudes ruines de tres o cuatro individuos de apellidos antiguos y con goce del más amplio crédito; el malbaratamiento del capital de la Bolsa chica y, ahora, la quiebra escandalosa del Banco Popular, que, valiéndose de ese nombre-pantalla, arruina a mucha gente modesta la cual le había entregado sus ahorros, ateniéndose a la confianza que inspiran en todas partes los prestigios.»

«Señor Presidente: cuando roban los infelices de las castas populares, que no han recibido educación ni buen ejemplo, son acreedores a castigos carcelarios. Cuando los que nacieron caballeros ensucian el nombre sin mancilla que heredaron, no sólo merecen las duras condenas de aquellos reos vulgares, sino el desprecio de la sociedad y la expulsión de sus instituciones de diversos órdenes, que serían igualmente despreciables si no prevaleciera en ellas, en pleno vigor, la palanca moral de la sanción. «Sin principios elevados, sin procederes correctos, no hay aristocracia posible. Una clase desprovista de honradez debe ser supeditada por otras clases más sanas, más honestas, y por consiguiente, más ilustres. Expreso estas palabras sinceras, en nombre de mis profundas convicciones de hombre de tradición, asistido por la esperanza de que ellas encuentren eco en los círculos sociales; las expreso con pena de oligarca y con desengaño de idealista; pero con el firme propósito de, fustigar en toda ocasión a los aristócratas indignos, a los figurones corrompidos».