AL MARGEN DE LA ÚLTIMA PASTORAL GUBERNATIVA

En la última carta dirijida por el Presidente de la República a los Agricultores y a los Trabajadores de los campos, dice que sobre él pesan deberes que no rehuye y que trata de cumplir. No lo dudamos. Pero cuales son estos deberes?.. Como los va a cumplir?.. Con que criterio?.. El primer deber, según la carta, consiste en el mantenimiento del órden y seguridad de la vida y de los bienes en la ciudad y en los campos. Nadie necesitaba que el Presidente hiciera público reconocimiento de estas obligaciones, porque, quién no sabe que es el estado el instrumento por medio del cual la clase que domina ejerce su tiranía? En una sociedad capitalista como la nuestra el Presidente no puede hacer otra cosa. Tiene que resguardar la propiedad privada ya que son los poseedores quienes dominan. En esto ha sido claro el Excmo. Presidente. Pero es lo mismo cuando habla de órden? Nó. En esto debió haber sido mas esplícito. Como representante del estado capitalista no le está encomendada la función de mantener el órden.. así.. sencillamente, sino el órden capitalista –subordinación de explotados a explotadores. Para cumplir con estos deberes tiene la policía, la justicia, el ejército. Estos instrumentos son la prueba mas clara que sus funciones no son de paz sino de dominación. A pesar de esto el Excmo. Presidente espone más adelante, que espera resolver los conflictos de clase —lo que hará innecesario al ejército, etc.,–por medio de la llamada legislación social. Ya no existirán los conflictos entre el capital y el trabajo. No lo crea Excmo. Presidente. Las leyes, resuelven muy poco. ¿Que importancia han tenido en el desarrollo de los conflictos sociales las leyes de esta misma naturaleza que se han dictado en Francia, Inglaterra?.. Los conflictos en esos países se hacen cada vez mas agudos. Nada puede atenuarlos. En un lado los productores, queriendo desarrollar y normalizar la producción; darle su objetivo natural, la satisfacción de las necesidades del hombre. Por el otro, los capitalistas con sus métodos anárquicos, tendiendo a la renta –nada más que a la renta— con la cual perturban profundamente la producción y provocan las grandes crisis –económicas y militares. En estas condiciones no es posible hablar de reconciliación. Podemos, con perfecta lógica y conocimiento de los hechos, anticipar que las luchas sociales seguirán en nuestro país con el mismo caracter de necesidad histórica que tenían ántes de la dictación de estas leyes. Ante esta situación el estado no puede crear el orden. Este se jenera por si mismo en la lucha cuotidiana de los intereses encontrados. En esta lucha tambien participa el estado, pero no como instrumento regulador, sino como instrumento de lucha de la clase dominadora. Hoy sirve al capitalismo, mañana servirá al proletariado. Este es el rol del estado en los conflictos sociales. Mientras la vida social permanezca dividida en clases es imposible aceptar que los estadistas aconsejen con lealtad a las clases vencidas. Cada insinuación será un dolo. Así vemos en el caso del Excmo. Sr. Alessandri. Qué valor tiene la insinuación a los trabajadores de los campos que no se asocien con los trabajadores de las ciudades? Detallando su carta nos encontramos con dos criterios de organización. Uno, es el que se refiere a la creación del Ministerio de Agricultura. En el vemos como se trata de unificar los intereses de los capitalistas agricultores y se les ofrece crear el organismo central que estudie, resuelva y ejecute los problemas generales de esta rama industrial. –Esto todavía hay que enseñarselo a muchos de nuestros de nuestros agricultores.— Pero con los obreros se tiene otro criterio. Se les recomienda la desunión. Cómo pueden aceptar esto los trabajadores? En su lucha por el trabajo y la producción –problemas de una complicación enorme, en los cuales forma parte la agricultura— deben tener una elevada moral de guerreros: sólida disciplina, astucia y dureza contra el enemigo astuto, y porfiado. Estos problemas se resolverán por si mismos, en las más desgarrantes luchas sociales. Si en estos conflictos se muere, se muere. En las actuales condiciones no hay para el proletariado esperanzas. Es inútil creer que la familia se recompondrá construyendo mejores casas. Mientras la fábrica, que al principio sólo explotó al hombre, siga explotando a la esposa y a la madre, la familia seguirá sufriendo lenta descomposición. En los campos el desarrollo del capitalismo transforma la explotación agrícola y hace que las relaciones del inquilino con el patron sean más tristes, más frías, más horribles. Individuos que ocupan una misma posición dentro del régimen capitalista y que desempeñan la misma función social –productores,— no pueden formar sino un sólo frente y tener una misma táctica. Ya el proletariado nacional empieza a tener conciencia de su significación histórica. Todo lo que el señor Alessandri haga para dividir esta acción de conjunto, será inútil. También es ilusión creer que el carácter revolucionario de estos problemas son fantasías satánicas de cerebros malsanos. Esta es la parte menos inteligente de la carta. Cómo creer que es obra de agitadores que en fábricas donde los accionistas se reparten dividendos del 70%, el 75% de los trabajadores sean tuberculosos? Esto es cosa viva que sacude a las piedras. Hay salitre, la agricultura mundial lo necesita, un gran número de hombres trabajan en su elaboración. No importa. La industria se paraliza. La producción no puede en los actuales momentos satisfacer necesidades sino producir renta. Señor Presidente: El capitalismo con su desorden e inmoralidad en la producción; sus grandes crísis periódicas y sus especulaciones, es el gran agitador. No acusemos a nadie, despedacemos este régimen.